Mucho antes de decidir planificar una nueva ruta y armar maletas, sabíamos que la vida era acelerada y compleja. Mientras todo se convertía en un reto difícil de lograr, aquel espacio común o zona de confort, aquél país, estaría a punto de detonar y tú te negabas a presenciar aquello.
Dijiste adiós a los amigos, lloraste dando un fuerte abrazo a tus hijos y sobrinos, el último rostro que volteaste a ver en aquella puerta de embarque fue el de tu madre lleno de lágrimas que te revolvió los sentimientos y te invadió de dolor.
A pesar de tu piel delicada, tus uñas frágiles y el cabello sin vida, no te importaron los estereotipos, sabías que lo importante estaba dentro de ti. Abordaste con una maleta liviana de culpa, llena de recuerdos y desbordada en metas y expectativas.
Al partir de tu tierra, las esperanzas estaban puestas en ti. Al despegar el avión, la primera frase de aliento fue “no te rindas”, reconócela, asimílala y, lo más importarte, nunca la olvides en los momentos más difíciles.
“No te rindas”, es una frase que acompaña a la que parece ser la única mujer que decidió emprender sola un nuevo reto, que va más allá de su título universitario, que te hará ser más fuerte y que te demostrará que aquél dolor del pasado no se comparará con el montón de obstáculos que están por venir y superarás.
No estás sola, “no te rindas”, es el compromiso contigo misma y que, a pesar del entorno, existen los derechos humanos también para nosotras y, como tú, hay miles de valientes que se embarcan en una migración acompañada de soledad, pero también de esfuerzo y trabajo. Esta tierra que no te vio nacer, pero te abre las puertas para ratificar el compromiso contigo y los derechos que, como mujer y ser humano, tienes tú. ¡Sí, tú!
Recuérdalo, “no te rindas”. No es momento de sentirse vulnerable o víctima, que la culpa no te acompañe, pues la oportunidad también está contigo. Echa a un lado los prejuicios de aquella mirada que arremete, mantente firme, no escuches aquella frase que te juzga, no te cierres, no mires aquel dedo que te señala, recuerda que todo pasa, recuérdalo,“no te rindas”.
Con o sin ID, empodérate, rescata las metas que te llevaron a cruzar fronteras, volar mares, abandonar a tus hijos, tu familia, a tu linda madre… Recupera tu valor, tu potencia y cada una de las virtudes que te convierten en una verdadera Mujer Maravilla.
Demuéstrale al mundo que no eres un problema de género, que no eres un conducto de enfermedades, que no vienes a robar sus trabajos y mucho menos a invadirlos; eres una mujer excepcional, una mujer de mundo, que arriesga mucho desafiando el estigma que te enmarca en un contexto global, condicionándote al sector más vulnerable. Si te sientes sometida, si lloras por los abusos, ¡alza tu voz!
Emancípate, investiga, ¡alza tu voz!
Principalmente, intégrate a la sociedad que te recibe, ante aquellos que aceptan las diferencias, aquellos que degustan tu gastronomía, quienes se sientan a tu lado a probar un café sembrado en tu tierra, quienes frente a ti, te valoran como a una igual, a quienes no les importa tu color, tu doctrina, tu procedencia y mucho menos tu género.
Te invito a proyectarte, no solo como la representación de la mujer inmigrante, sino como la digna embajadora de tu país en cualquier territorio, que honra su nuevo hogar, reconoce nuevas culturas y transforma a su descendencia en una vena que se ancla directamente al corazón su nación.
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