Escribo esta carta para contar lo siguiente: pensaba que con este nuevo gobierno las cosas para las madres migrantes en el Perú iban a ser diferentes. Que el Presidente sea hijo de migrantes, casado con una extranjera, con roce internacional y un nivel de educación alto, que podría considerarse culto, porque la educación y la cultura es lo único que te libera de los prejuicios y de la discriminación, tendría la humanidad y criterio suficiente como para detener el abuso y proteger a las mujeres extranjeras migrantes casadas o parejas de peruanos, que sufren violencia familiar, y que algunas de ellas son separadas de sus hijos.
Desde hace años estamos luchando para que se detenga esta especie de negación de humanidad del Estado peruano hacia nosotras, las extranjeras residentes en Perú, que por uno u otro motivo nos relacionamos con un hombre de este país, producto de la tan normal cultura machista y abusiva latinoamericana.
Siempre digo, una y otra vez, que hombres abusivos siempre se encontraran en todas partes del mundo. La única diferencia es la reacción de la sociedad y el entorno frente a este abuso. No esperas que un Estado o gobierno que se considere relativamente civilizado, termine apañando y protegiendo este abuso.
Mis compañeras son mujeres golpeadas y violadas en muchos casos. Sus hijos en algunos casos también violados y separados de su madre, porque en Perú el único arraigo existente para tener residencia y más todavía la nacionalidad, es mantener una relación conyugal. No son los hijos, los años de vivir en el país, ni la familia; no, nada de eso, solo la da tu pareja, que tiene que tener la voluntad de que tú seas ciudadana.
El abuso hacia los migrantes era tan terrible, que hace 2 años atrás la ONU le llamo la atención a Perú y le dio recomendaciones para que detuviera este accionar. Dio también un plazo, el cual vence este marzo del 2017. Acercándose el plazo se logró que en papel se quitara la infame carta anual de aval moral y económico que la pareja debía presentar todos los años para renovar la residencia. No importaba si aún permanecieran viviendo juntos, él debía escribir que estaba contigo en la relación. Sin embargo en la práctica los funcionarios de ventanilla siguen haciendo lo que quieren, y por eso continúan solicitando que el marido asista personalmente a la renovación. No me interesa si la golpean, la matan o la violan señora, usted debe permanecer con su esposo peruano si quiere permanecer en el país y traer la carta, como alguna vez respondió uno de estos funcionarios a una de nuestras integrantes, quien estaba totalmente magullada por la última golpiza de su esposo.
En la última gestión de pasado gobierno, el Superintendente de Migraciones Boris Potozen buscó soluciones temporales a algunos casos, entre las que se contaban las integrantes del Colectivo Madres Migrantes Maltratadas. Fueron soluciones de un año o dos, que permiten aliviar la emergencia pero que pasan rápidamente, dejando otra vez a todas vulnerables a la buena voluntad del funcionario en turno.
Estos últimos meses, el nuevo Superintendente de Migraciones Eduardo Sevilla, encargó a una señora muy amable para que viera los casos de abuso y atropellos de los extranjeros en situación de vulnerabilidad. Este año, a 3 meses de cumplirse el plazo, con bastante publicidad en medios, han sacado un Decreto Supremo para dar de manera temporal a los padres y madres extranjeros de niños peruanos la residencia, y promulgaron a la carrera una nueva Ley de Migraciones, parafraseando lo mismo que ya se tenía, sin que resuelva nada de nuestra situación y con vacíos interpretativos que serán interpretados por la buena voluntad del funcionario en turno. Todo para enredar el informe y presentar los logros conseguidos en materia de derechos humanos respecto a los migrantes a la ONU.
En esta gestión, una vez más, están tratando de solucionar de manera precaria y por tiempo limitado. No saben como dar la residencia a una mujer golpeada, que no es madre de peruano, porque los dos embarazos que tuvo con su esposo peruano terminaron en abortos después de terribles golpizas, además de contar con las denuncias y proceso respectivo de tentativa de homicidio. Como darle residencia a una señora que ha vivido más de 30 años en Perú, cuyo marido abusador jamás la quiso regularizar, ni hacer los documentos correspondientes, violada ella y su hijo mayor, madre de peruanos, abuela de peruanos, ahora viuda, ya no existe el único vínculo legal permitido en la legislación peruana para que pueda permanecer en Perú. O el caso de la madre de peruano, que con la anterior legislación no podía acceder a la residencia porque los niños no daban residencia y con el reciente decreto impide a los hijos mayores que se la den, permaneciendo sin documentos por 18 años, en un limbo legal. También la compañera casada con peruano cuya hija ingresó con ella al Perú de 7 años, y casi de inmediato fue abusada por su padrastro, pero no es niña peruana, y como no es niña peruana, el decreto y la ley solo contempla el bienestar superior del niño pero no de los niños extranjeros, que carecen de todo derecho y pueden ser violados y expulsados del país. Y por último, la conviviente golpeada por años que dijo basta, las compañeras que permanecen casadas pero separadas de estos hombres abusivos, con hijos peruanos que llevan procesos eternos de tenencia y alimentos en el Poder Judicial y que cumplen con todos los requisitos para nacionalizarse, pero no pueden porque para nacionalizarse se necesita la firma (autorización) del esposo peruano, quedando a la invención de buena voluntad para tener residencia temporal.
Tal parece que para la voluntad política del gobierno peruano nuestro pedido de residencia y nacionalización por nuestros hijos y violencia familiar es totalmente inimaginable. Según las autoridades gubernamentales, casi todas las extranjeras que entramos a Perú somos sospechosas de quien sabe que delito, es justo que nos golpeen y abusen de nosotras y nuestros hijos, no tenemos ningún derecho y merecemos cada golpe, cada lagrima y sufrimiento, la zozobra de ser separadas de nuestros hijos, ser expulsadas del país, porque quizás finalmente este gobierno solo sigue los lineamientos del mundo globalizado donde los migrantes son vistos como delincuentes, las mujeres como material de uso y los niños cargas de abuso. Hace poco vi el vídeo del rey de Noruega diciendo que “casa” es donde el corazón está. Mi casa es Perú, y quiero que en mi casa exista justicia e igualdad de derechos para mí, mis hermanas migrantes, y nuestros hijos.
Por todas estas consideraciones, y a nombre del Colectivo Madres Migrantes Maltratadas Perú, demandamos por ser de justicia y necesidad humanitaria al gobierno peruano y al señor Presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, RESIDENCIA Y NACIONALIZACIÓN POR NUESTROS HIJOS PERUANOS, SIN IMPORTAR LA EDAD Y POR VIOLENCIA FAMILIAR.
*Carta redactada por INES AGRESOTT del Colectivo de Madres Migrantes Maltratadas Perú
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