Que hace caridad en la educación, que tiene un alma noble, … todas esas cosas la podrán repetir los ingenuos. Para mí Eliodoro Matte -lo vengo pensando hace tiempo- no es otra cosa que la mayor mentira del neoliberalismo chileno. Y al despertar, y ver las noticias de la mañana, lo vuelvo a confirmar; y agrego otros calificativos: manipulador y terrorista.
Eliodoro Matte es el hombre que puso a cagara todo Chile. Cual acostumbrado Poncio Pilatos, juró con cara de viejecillo adorable y postura de indefensa total que “no sabía nada”. Pero en un país lleno de “sabedores de nada”, la ciudadanía no le creyó. Y es que Eliodoro nos cagó. A todos.
¿O es que, acaso, los mismos que creen que Michelle Bachelet mintió cuando dijo que no sabía lo que hizo su hijo, van a creerle al dueño de CMPC que, en realidad, no sabía nada de lo que había la gerencia ejecutiva de su empresa?
Como amo y señor, como dueño del billete, Eliodoro puso a cagar al ciudadano común, a ese pueblo que desde otras tribunas dice defender y por cuyos sueños, el viejecillo “se desvela”. Pero con sus prácticas concertacionistas -en lo económico, digo- nos condenó a los pobres a limpiarnos el trasero con la peor oferta del mercado.
Porque para limpiarte en fiestas patrias con un papel higiénico que tuviera los colores de la bandera, para asearnos con papeles doble hoja que evitan apestosos accidentes, para usar papeles perfumados ya la concertación de precios estaba lista, para llegar al consumidor que verdaderamente les importa, el ABC1, ese que tiene el dinero. Los otros, “los rotos, los ordinarios, que gasten su plata si desean usar un buen tissue”.
Como dueño de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, Matte puso a cagar a las empresas chicas, que tienen que competir en desventaja, con todos los vientos en contra para alcanzar un minúsculo pedazo de la torta que él -y su club- tienen repartida y asignada hace rato, y que no están dispuestos a compartirla. Condenó a estas empresas a ser siempre chicas, por tanto, a tener productos menos elaborados, con menos costo de inversión, con materias primas de menor calidad.
En palabras burdas, condenó a los chicos del mercado a limpiar los potos de los pobres, vendiendo sus productos en ferias de barrio. porque los supermercados, el retail, los puntos de distribución apetecidos los cuida como gato boca arriba, arañando a quien haya que arañar, cagando a quien haya que cagar, teniendo contento a quien a haya que tener contento.
Pero la verdadera cagada que hizo Eliodoro Matte fue al modelo económico chileno. Se pasó por el trasero las reglas del neo-liberalismo, esas basadas en la oferta y demanda, en la libertad del mercado. Creíamos que era férreo defensor del mercado, pero él, ohhh, tenía amarrado el mercado. Él era competitivo con prácticas fraudulentas, colusivas y abusadoras. Y bueno, eso lo arregló con un simple perdón y una “tierna” foto en El Mercurio, el diario de su amigo.
Eliodoro sabe cuáles son las reglas del neo-liberalismo y que la competencia se hace de otra manera, más digna, legal, menos especuladora, menos mafiosa. Pero a Eliodoro le gustan sólo algunas reglas del neo-liberalismo. Aquellas más riesgosas no le son agradables y trata de quitarlas de su camino.
La carta entregada a los acciones de su empresa, y con la que dice adiós a la Presidencia de CMPC, habla del escándalo del papel, del terrorismo que no le gusta (el de La Araucanía) y de la Reforma Laboral. Esta es una carta estratégica, pensada y elaborada por un fin distinto al que parece. Asesorado, como nadie duda, Matte aprovecha la oportunidad de su salida del directorio de la empresa terrorista para dejar de ser el hombre que se cagó a Chile y retomar su sitial de hombre que se preocupa por los destinos de Chile.
Ahora que no me venga con cuentos, ni con explicaciones. Nos cagó y punto. Y antes de irse a compartir el yate y las vacaciones con Agustín Edwards, está tratando de sepultar su propia mierda.
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