»Por favor, déjenme pasar la lista. Aunque estés lejos, Catalina, grita fuerte “¡presente!”«

CARTAS AL DIRECTOR O DIRECTORA

PRESENTE

Hoy nombro a una imprescindible: mi admirable alumna Catalina Sepúlveda Garay

La escolar chilena no alcanza a guardar sus cuadernos en casa, a revisar su informe de notas,

a colgar su delantal…

cuando de manera súbita, los mismos que absuelven a asesinos y mutiladores de ojos,

la exhiben al mundo como trofeo de “justicia”, como si estuviéramos frente al peor criminal.

Sé que no lo crees, la tele miente, y a estas alturas sospecho que sus mentiras implican ahorro de trabajo investigativo

tanto para un canal como para un Tribunal.

Yo tampoco lo creía: hice zapping diez veces en la tv, y mi notebook añoso al menos tres veces lo debí reiniciar.

Pero era cierto: los medios cómplices de Rozas, Blumel y Piñera se dejaron caer ayer sobre una dulce y cándida muchacha…

como jauría de hienas que desangran a una presa fácil cuyo rostro indefenso expuesto en los medios me hizo llorar;

refiero a cómo los poderes mediáticos sobreexponen a mi alumna de 3º medio, una niña, sabiendo que asesinos de verde turistean libres por las calles de mi país

bajo el resquicio del arraigo y la firma mensual.

Aunque para ella lo peor fue lo previo: los intocables de verde la arrastran por el cemento como quienes zarandean en el suelo a su antojo a una muñeca de trapo,

pacos al parecer sin hijos, sin empatía ni moral.

Ahí están; esos son: operan como maras o sicarios o bandas del portonazo, los hemos visto, las peores bestias, pacos obviamente sin gloria, sin un milímetro en su alma de decencia; manada sádica y bestial.

Faltó poco para que sacaran los ojos de mi alumna esos verdosos “ministros de fe”, fuerzas especiales que la engrillan y encierran en un calabozo…

los que de tanto maltratarla casi fracturan sus sueños, su otro brazo, su cráneo y su espina dorsal.

Pero por más que mi alumna grite y grite, de antemano todo Chile sabe que jueces y fiscales oirán únicamente la versión de los expertos en montajes…

o sea, la de esos mismos que mataron a Catrillanca, a Alex Núñez, al peñi Lemul, ejecutores incorregibles de una y otra y otra “operación Huracán”.

A fin de cuentas una niña reclamaba en la calle que estudiantas y estudiantes chilenos tienen derecho a acceder libremente a una carrera sin deudas,

ese fue su “delito”; exigía un nuevo Chile, sin pruebas segregadoras, donde todas y todos tengan el derecho a luchar por un título profesional.

Pero los pacos no entienden eso, y la ignorancia de éstos a la hora de hablar de estudios se desata en contra de la estudiante como violencia pura…

lo único que saben es que, si matan a un Jorge Mora, a un Ariel Moreno, o a quien sea, los absuelve en el acto el Ejecutivo, el Legislativo, la Judicatura y el Tribunal Constitucional.

Por favor déjenme pasar la lista. Aunque estés lejos grita fuerte “¡presente!”. El eco de tu voz de niña resonará en cada espacio de mi existencia sintiente…

Y desde aquí sabré que nadie apagó tu voz, tu idealismo, tus sueños de chiquilla, tu inocencia, tu compromiso social.

Mis alumnos y alumnas son lo más grande, pero entre éstos hay una que lucha contra toda injusticia.

Hoy nombro a mi estudiante imprescindible, distinción máxima en empatía y humanidad: Catalina Sepúlveda Garay.

Muchas gracias

Micaela Huala
Profesora de Filosofía

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