Ante los actuales contextos sociales, adversidades, traumas y políticas que no favorecen el desarrollo integral de aquellas que lo busquen, se ha vuelto una costumbre mitificar la mujer como una cara peligrosa, frágil, insoportable y potente.
En las lecturas contemporáneas, no se ha dejado atrás el buscar derrumbar lo ya construido por y para las mujeres: amor, paz, unión, defensa, comunidad, hermandad, cariño, respeto, equidad, igualdad, sororidad, antirracismo, cuidado, entusiasmo.
Nunca nos han querido libres, potentes, autosuficiencia, guerreras, rebeldes o defensoras.
En un pasado lleno de dolor, donde la mujer ha sido cosificada con el mito de ser creada para el hombre, ha sido una lucha transgeneracional ser libre, creerlo y que te crean.
Desde que las mujeres han elegido seguir sin mirar atrás para avanzar con el mundo, el discurso misógino para banalizar la existencia femenina ha tomado más terreno que nunca.
Lo que hace aún más necesario un 8 de marzo con mis hermanas, un 8 de marzo con mi familia junta, un 8 de marzo migrante. Un 8 de marzo negro.
La igualdad sería injusta si tuviéramos que justificarla desde su materialización literal.
No es saludable estar bien en una sociedad donde todo está forzosamente al revés atropellando todo tipo de derecho de todo grupo vulnerable, hoy 8M, recordamos todas nuestras hermanas caídas, recordamos que las mujeres negras siempre hemos cedido nuestros derechos, nunca nos vieron como débiles y no tenemos nada regalado.
Queremos resaltar que criar y cuidar es trabajar, y el privilegio de descansar no está cerca de nuestro camino.
Para nosotras, que se haya votado la ley que busca prevenir, sancionar y erradicar la violencia en contra de la mujer en razón de su género, debe proteger a nuestras niñas.
Hoy nos encontramos con miedo por nuestras niñas que estudian y no puedan contar con nuestra compañía presencial y esto también ataca contra nuestra salud mental.
No nos queda otra opción que acompañar y estar en terreno para continuar cumpliendo con lo que ya ha sido asignado como derecho. Años que perdimos, años no recuperables, luchas incansables, cansancios sin esperanzas a descansos.
El aire es fuerte, y nosotras potentes nacemos para seguir luchando por lo que necesitamos como humanidad, que es la libertad.
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