Atrapados por la pandemia: el tormento que hoy viven cientos de chilenos y extranjeros varados en la frontera

A esta hora, cientos de extranjeros junto a sus familias pernoctan en las afueras de las embajadas. Otros, arriendan piezas en las cercanías de la capital esperando el retorno hasta territorio nacional. Sus ahorros se terminaron y hoy, sin familia ni amigos, no cuentan con otra opción que buscar trabajo para solventar sus gastos. Como allegados, durmiendo en carpas, o en casas de acogida, es el panorama que viven hace más de tres meses, chilenos y extranjeros que ruegan una pronta solución a Cancillería.

En medio de la crisis del COVID-19 que afecta a cientos de chilenos y extranjeros varados en las fronteras de distintos países, el pasado viernes 22 de mayo, Cancillería informó el inicio del operativo de repatriación entre Chile y Perú. La gestión pretende concluir este miércoles 27, en donde, al menos, 300 chilenos regresarán a territorio nacional y 1200 peruanos podrán retornar a su país de origen.  Sin embargo, tan solo 1500 personas serán las beneficiadas, una cifra ínfima que se aleja de los miles que hoy esperan una respuesta.

En medio del frío, la lluvia y el temor al contagio del coronavirus, los más de 300 venezolanos que hoy se encuentran en las afueras de la Embajada ubicada en la comuna de Providencia, llevan más de dos meses solicitando a las autoridades y aerolíneas, la agilización del proceso de retorno hasta su país de origen. Este grupo es una pequeña muestra de lo que hoy viven en las fronteras, cientos de chilenos y extranjeros, quienes accedieron a relatar a Revista Sur, el tormento vivido durante el último periodo.

El caso colombiano, chileno y peruano

Originario de Bogotá y varado en el sur de Chile, Punta Arenas, se encuentra Juan Gómez, colombiano de 25 años. El próximo martes, cumplirá tres meses varado en Chile. Este joven estudiante y administrador hotelero, nos cuenta la gran travesía vivida hasta el momento. Comenzó su viaje con el sueño de recorrer Sudamérica en bicicleta, con el objetivo de concluir sus vacaciones en Argentina. Sin embargo, la pandemia detuvo sus planes y hoy lo ubican en la región extrema del país, buscando con urgencia un trabajo para financiar su estadía. Comenta que afortunadamente, conoció una familia que hoy lo alberga en una pieza separada, pero que ya no sabe qué hacer. Sus ahorros se terminaron y la visa de turista vencerá en pocos días más. Al respecto, agrega “han pasado casi 70 días y no puedo seguir esperando, ya no tengo dinero así que debo salir a buscar la forma de sobrevivir”.

Con respecto a su vuelo, la aerolínea Avianca le informó a los pocos días, la modificación de la fecha programada. Explica que no le han entregado opciones ni soluciones desde la empresa.

Debido a la incertidumbre generada en todo este proceso y temor frente a la pandemia, Jorge se ha unido junto a otros colombianos varados en el país, quienes han realizado diversos llamados al Consulado a través de las redes sociales. Señala “nos hemos ido juntando y organizando para pedir al gobierno chileno la regularización de nuestra situación migratoria actual y al gobierno de Colombia el apoyo para poder regresar al país de quienes así lo desean, sea por medio de vuelos humanitarios o por vía terrestre en donde se habilite un corredor sanitario para retornar en los vehículos propios”.

Liliana Triana Díaz, colombiana residente en Chile. Con 24 años, en la compañía de su hijo de 7 y un embarazo de seis meses, esta joven relata desde Cali las dificultades por las que ha transitado, varada desde el 13 de marzo en dicha ciudad.

El objetivo de su viaje estaba planificado para permanecer solo dos semanas, en las cuales pretendía realizar la tramitación del pasaporte de su hijo, quien se encontraba solo, debido a que su padre había viajado días antes a España. Muy asustada y con miedo, relata cómo esos quince días que pretendía estar en Colombia, hoy superan los tres meses, en que ha debido recurrir al alojamiento donde su hermana, quien le otorga el acceso a los servicios básicos. Con angustia, detalla su mayor temor “ya son siete meses de embarazo, de los cuales tres de ellos, mi bebé no ha tenido atención médica”.

Agradece la unión que han tenido junto a otros colombianos en su tierra natal y en Chile, quienes le han servido de apoyo frente a esta situación “han sido los administradores de los grupos que ya estando en Chile siguen ayudándonos, presionando por redes sociales y buscando ayuda en los medios de comunicación”, destaca.

Su angustia es evidente al criticar la nula respuesta desde la aerolínea Jet Smart con respecto a su pasaje. Dice que siente rabia y miedo “aquí solo sale a relucir el que tiene más plata o el que tiene cómo suplir los excesivos pagos de los vuelos ‘humanitarios’», refiriéndose a la operación de retorno que lidera la Embajada de Chile en Colombia. Hasta el 17 de mayo, se han realizado, al menos, seis vuelos de este tipo, entre los cuales uno de sus beneficiados fue el testimonio que se narra a continuación.

Uno de los voceros de la agrupación de colombianos varados en la frontera, Luis Ruiz de 30 años, originario de Pereira y residente en Chile. Junto a su esposa e hija de 6 meses, esperaron más de 56 días por un vuelo de regreso. Desde su hogar en Santiago, relata a Revista Sur los angustiantes momentos que vivió junto a su familia en tiempos de pandemia.

Su odisea comenzó el 3 de marzo. En la ciudad de Cali, tuvieron que arrendar una pieza por más de 400 mil pesos colombianos (85 mil pesos chilenos aprox.), y debido a la saturación en el sistema de Salud Pública en el país, su hija no pudo asistir a los controles de crecimiento y solo pudo acceder a las vacunas.

La incertidumbre de no saber qué solución le otorgaría Cancillería, motivó a este joven junto a otros colombianos a presentar una acción de tutela por la vulneración de Derechos Humanos al gobierno colombiano, solicitando la agilización del proceso de regreso de sus compatriotas hasta Chile, que es su país de residencia.

Explica que luego de la presión ejercida, el Consulado gestionó la realización de una serie de vuelos humanitarios. Señala que, recién al tercero, pudo viajar junto a su familia, quienes tuvieron que pagar más de U$140 por persona a Latam, incluyendo a su hija. Es decir, más de 330 mil pesos chilenos. Por cierto, destaca que la aerolínea Avianca no se hizo responsable de ningún tipo de gastos.

David Segura es un chileno de 46 años que hoy se encuentra varado en Cartago (Valle del Cauca) Colombia. Originario de Concepción, tomó un vuelo Latam el día 18 de febrero con escala de veinte días en Bogotá, en donde aprovecharía su tiempo para visitar a su hijo. Transcurrido el tiempo definido, se presentó en el aeropuerto de Cali, en donde le informaron el mismo día, que no se realizaría el vuelo.

Su destino final era Finlandia, país en donde pretendía radicarse, debido a los problemas económicos que vivió en Chile, los cuales explica, lo motivaron a tomar dicha decisión. Debido a esto, finiquitó su contrato en la empresa a la cual prestaba servicios como chofer de camiones en territorio nacional, e inició las gestiones correspondientes para migrar a Europa.

Junto a otros chilenos y colombianos, se sumó a la acción de tutela elevada a la Embajada de Colombia en Chile. Agrega a continuación: “A mí personalmente me ofrecieron irme el domingo en el último vuelo, pero por estar cerca del problema de mis compatriotas y muchos extranjeros, preferí sacrificarme y estar cerca del problema para que me quedara callado y no siguiera molestando”, asegura.

Con casi tres meses de estadía en Colombia y hospedándose en la casa de unos amigos, David explica con angustia, la difícil situación económica que hoy lo afecta “el dinero que me quedaba era para veinte días. A lo más un mes, pero llevo tres meses.  Yo personalmente estoy en la calle”, concluye su relato.

Valentina Grisales y Frank González son un matrimonio colombiano, ambos de 22 años. Debido al casi nulo acceso a internet de esta pareja, el relato, corresponde a la información que entrega María del Pilar Velásquez, madre de la joven.

Él es garzón y ella estilista. Estudian, trabajan y viven hace más de diez años en Santiago. Oriundos de Cali, decidieron emprender rumbo el 15 de marzo hasta San Andrés (Colombia), en donde tenían planificada realizar su luna de miel. Sin embargo, su viaje no resultó como lo esperaban.  Al momento de llegar al hotel, se les informó que habían sido canceladas las reservas debido a la pandemia del coronavirus. Angustiado, decidieron regresar a Cali, para encontrar alojamiento en algún hostal cercano.

Gracias a las gestiones que realizó María del Pilar, estos jóvenes pudieron contactarse con una persona que les habilitó una habitación en Candelaria, pueblo ubicado a casi 40 minutos de Cali. En dicho lugar, pagan una renta y tienen acceso a servicios básicos, pero no a internet.

Debido a que toda su familia directa se encuentra radicada en Chile, ellos no han podido acceder a otro hospedaje, por lo que todo el dinero que tenían destinado a su travesía, se ha agotado, hasta el punto de que hoy, están ocupando los recursos que tenían destinados a sus estudios en pagar el arriendo del departamento en el que viven.  Con una voz temblorosa y temor, María del Pilar relata los sucesos que ha vivido su hija “esta situación ha sido una catástrofe horrible para todos y más aún, peor lejos de sus familias”. Explica que la aerolínea tampoco ha entregado una respuesta concreta, por lo que su miedo aumenta cada vez más “esto ha sido terrible, ya no sabemos qué más hacer y rogamos que nos puedan ayudar”, finaliza.

Un extranjero residente en Chile que ha solicitado el anonimato en el presente relato. El día 13 de marzo arribó junto a su esposa al aeropuerto de México. A medida que pasaban los días, se enteró a través de los medios de comunicación del cierre de fronteras, lo cual impedía su regreso al país.

Desde tal fecha, ha debido incurrir en diversos gastos de hospedaje en un hostal de la ciudad, en donde mantiene cuarentena preventiva junto a su pareja. Expresa su angustia, pero no pierde las esperanzas “no es solo el hecho de estar en México, sino que se ha juntado con conflictos familiares, entre otras cosas, Pero hay que mantenerse en pie”, destaca.

Estar lejos de la familia, el trabajo y los amigos, pero estar constantemente en un limbo de inestabilidad e incertidumbre frente al futuro, es un sentimiento común en la totalidad de los entrevistados en la presente investigación realizada por Revista Sur. Por ello, el protagonista de este sexto relato da cuenta del temor que implica estar a la espera de la respuesta del Consulado, quienes mantienen en lista de espera a esta pareja, que espera prontamente, regresar a su país de residencia y retornar con seguridad y precaución para respetar la cuarentena.

Mónica Jiménez, colombiana de 42 años y residente en Chile. Junto a su pareja, en la comuna de Santiago atienden una pastelería, la cual significa el único sustento económico que reciben.

Con motivo de viajar a visitar a sus familiares en Manizales (Colombia) inició su viaje el 6 de febrero, en donde pretendía quedarse por casi dos meses, hasta el 26 de marzo, fecha en que tenía programado su regreso. Debido al inminente cierre de fronteras en el mes de marzo, la aerolínea canceló su vuelo, por lo que se vio obligada a permanecer en su tierra natal.

Relata que afortunadamente, hoy se aloja en la casa de su madre, pero que la situación “ya no da para más”. Califica este evento como catastrófico y deprimente, debido a que ha afectado distintas aristas de la sociedad. Enfatiza su temor, debido a que, en Chile, se encontraba en medio de un tratamiento médico.

Explica su descontento frente a las autoridades y agrega “han violado el derecho al mínimo vital, a un trabajo, a la salud, a la circulación que es un derecho internacional, a moverme y residir en cualquier país”. Finalmente, manifiesta el llamado que ha hecho junto a sus compatriotas a las autoridades del país, para que den respuesta ante su solicitud “No estamos pidiendo nada solo gestión y endoso de pasajes”, concluye.

El octavo caso corresponde a Libia Valencia. de 40 años y su hijo Alan Estipuñan de 11. Originarios de Cali y residentes en Chile, esta familia arribó el día 29 de febrero a Colombia, en donde planificaban visitar a su familia.

Las semanas transcurrieron a medida que el virus se expandía por el país, tras lo cual, la aerolínea Avianca decidió cancelar su vuelo, lo que generó el inicio de una serie de problemas para Libia.

Gracias a la ayuda de un familiar, se pudieron hospedar en una habitación, en donde pernocta hasta el día de hoy junto a su hijo en una colchoneta en el suelo.

Siente miedo y angustia y lo expresa en su relato “no nos dan una vía viable para regresar a nuestro país de residencia”, agregando la incertidumbre que genera la aerolínea al no entregar una solución concreta. Tal como otros colombianos, esta madre se ha sumado al grupo de extranjeros varados en dicho país, con el objetivo de aunar fuerzas y solicitar a su Embajada, un pronto vuelo humanitario.

El último testimonio corresponde a Hugo Cegarra, con 44 años, este hombre proveniente de la ciudad de Chimbote en Perú relata con angustia los días que ha transcurrido en las calles de Arica, en donde se encuentra varado hace más de dos meses en Chile.

Ubicado en la calle 18 de septiembre y en las afueras del Consulado General del Perú en Arica, se encuentra este joven. Protagonista de un desgarrador relato, narra las circunstancias que ha tenido que vivir durante el último tiempo, en donde pernocta hasta hoy, en la calle. Explica que, gracias a una carpa, puede aislar en cierto nivel, las bajas temperaturas durante la noche.

Soldador de oficio, el joven nacido en el país fronterizo detalla los largos años que ha vivido en Chile. Gran parte de su estadía fue en el pueblo de Pica, Región de Tarapacá. A inicios de marzo, su empleador lo despidió, debido a la crisis económica provocada por la pandemia. Utilizó sus recursos y decidió viajar hasta el norte. Llegó hasta la frontera, decidido a cruzar de manera irregular. Sabía los riesgos que corría, pero lo intentó dos veces. Allí, fue detenido por la policía chilena, quien se percató de este evento.

Hugo detalla que luego de un largo papeleo, la autoridad ariqueña, decidió emitir su orden de expulsión del país, debido a la falta que había cometido. Sin embargo, hasta la fecha y debido a los cierres de fronteras, el proceso ha sido aplazado. Esperando el día en que será trasladado, este joven narra su día a día en las afueras del Consulado. Dice que la impotencia se apodera de él y que la deprimente situación que vive, lo desanima día a día, en donde se encuentra lejos de su familia, sin condiciones dignas de vivienda ni de salud y en una evidente vulneración de sus derechos humanos y protocolos internacionales.

 En una época “normal” describe que esto sería menos peligroso, sin embargo, el riesgo de contagio del Covid-19 en este lugar, es inminente, debido a las precarias condiciones de salubridad que se presentan.  Mantiene su esperanza y espera que pronto se dicte la fecha de su expulsión pues dice, es lo que más espera para poder estar en su tierra natal.

Relatos estremecedores como el de Hugo en la frontera de Arica, se repiten a medida que el tiempo avanza. Una de las personas que ha podido apreciar desde cerca cómo se ha organizado la comunidad peruana en el norte, es Soledad Musaja, integrante de la Coordinadora Nacional de Inmigrantes, integrante de la Agrupación de Residentes Peruanos Sin fronteras. Al respecto, agrega “se envió un documento a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en donde se solicita al Presidente de la República, que se pronuncie con respecto a los compatriotas varados en Chile”.

Dichos testimonios, dan cuenta de la gravedad y múltiples dimensiones que presenta este problema. Hoy, son miles de adultos, ancianos, mujeres embarazadas y niños, que no tienen la posibilidad de estar confinados en sus hogares. La calle, el frío y el miedo son sus días y sus noches, en medio de una pandemia que hoy supera los 69 mil contagiados y asciende a más de 718 fallecimientos en Chile. El respeto por los Derechos Humanos debiese ser un factor prioritario en épocas como las que se vive en la actualidad.

Tan relevante es esta situación, que la Alta comisionada de los DDHH de la ONU, la ex Presidenta Michelle Bachelet, se refirió a la situación y explicó en un video subido a su cuenta de Twitter lo siguiente: “Los migrantes están desproporcionadamente afectados por el COVID-19 y tenemos que apoyarlos “. Agrega que el coronavirus “ha expuesto las profundas desigualdades y peligros para todos, por lo que necesitamos gestos de solidaridad de personas y gobiernos “, haciendo un llamado a la acción a las autoridades políticas de cada país del mundo que hoy sufre los embates de la pandemia mundial.

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