Una protagonizada por una mujer migrante colombiana en Chile. No pretendo ser su voz. Te quiero narrar esta historia porque creo necesario que sepas que las mujeres tienen el legítimo derecho a exigir dignidad. También quiero que sepas a que me dedico y porque me encuentro lejos de ti.
La protagonista de esta historia nació en Antioquia – Colombia, pero su madre la llevo a otra región al separarse de su esposo, quien la quería matar. Su madre cambio su nombre, apellido y su fecha de nacimiento para que jamás las volviera a encontrar. Después de muchos años ella se reencontró con su hermana, aunque no logro acordarse de la fecha del encuentro, afirma que ha olvidado las buenas y las malas fechas.
Según Dayana, como la llamaremos de ahora en adelante, a sus trece años su madre arreglo un matrimonio con un hombre que le doblaba la edad, quien la llevó a vivir a una zona con una fuerte presencia guerrillera, donde tuvo a su primer hijo, con muchas dificultades de salud. Este grupo guerrillero permanentemente extorsiono y hostigo al padre de su hijo, con amenazas de muerte a todo la familia. La situación de amedrentamiento no afecto a su esposo, quien según Dayana “llevaba una vida muy activa, mujeres y bebida”.
De acuerdo, con la Ong Plan Internacional España “cada dos segundos una niña contrae matrimonio forzado. El 14% de las niñas en países en vías de desarrollo se casaron antes de cumplir los 15 años. Si la tendencia actual continúa, este problema afectará a más de 140 millones de niñas en el 2020. Entre las razones que generan este problema se encuentran la pobreza, desigualdad de género, falta de protección a los niños y niñas, un limitado acceso a la educación y oportunidades de empleo. Las consecuencias del matrimonio infantil son la violencia, abusos y relaciones sexuales forzadas, infecciones de trasmisión sexual, las complicaciones propias del embarazo adolescente y el parto que generan la principal causa de mortalidad de las niñas de 15 a 18 años en los países en desarrollo”. https://plan-international.es/por-ser-nina/campana/matrimonio-infantil
Resulta aterrador pensar que niñas, a las puertas de la adolescencia, hayan sido obligadas a abandonar el colegio y a contraer matrimonio con un hombre adulto (en la mayoría de los casos). Esto supone para muchas familias empobrecidas una boca menos que alimentar, en medio de la guerra y las carencias educativas unidas a antiguas tradiciones que generan la apropiación del cuerpo de las mujeres desde su más temprana infancia.
En su adolescente maternidad Dayana y su familia soportaron varios meses de amenazas y de pago de extorción al grupo guerrillero. Según el informe “Basta ya”, como parte del control territorial y de la oferta de protección que supuestamente se deriva de este, los pobladores eran obligados a pagar una especie de carga tributaria a favor del actor dominante. Esta lógica se replicó en los órdenes paramilitares que sucedieron a las guerrillas y se prolongaron hasta el presente con un creciente agravamiento por el rearme paramilitar y el reacomodamiento de las guerrillas. (2010; 76)
Según el relato de Dayana todo el pueblo tenía que salir a la plaza a escuchar al comandante, si encontraban personas que consideraban extrañas, las torturaban y las desaparecían. Las familias se consideraban afortunadas si encontraban los cuerpos en el rio.
Según el Informe “La desaparición forzada de personas en Colombia” este crimen pasa por dos periodos: en el primero los presuntos perpetradores fueron las Fuerzas Militares, la Policía y los Servicios de Seguridad del Estado, quienes actuaban en colaboración con las fuerzas paramilitares. Las principales víctimas fueron activistas acusadas de pertenecer a la guerrilla. En un segundo periodo este fenómeno se atribuye a grupos paramilitares con el consentimiento de las fuerzas de seguridad del Estado. Aunque persisten los hechos violentos contra opositores políticos, se añade otros móviles como aterrorizar a la población, eliminar testigos, desplazamiento y apropiación de tierras. (2009; 13)
Después de varios meses de amenazas ella decide separarse. Su esposo con la complicidad de su madre, decide amenazarla y quitarle a su hijo. Ella por su parte debe huir a otro país, donde se dedica a trabajar y a estudiar cosmetología, siempre buscando comunicarse con su hijo. En exilio sufre un atentado de la guerrilla a nombre de su esposo, donde pierde la memoria durante ocho meses y debe iniciar un proceso para recobrar el habla y la movilidad de sus extremidades.
Al regresar a Colombia, su hermano la convence de ir a vivir a su lado, en una zona rural, allí trabaja en un restaurante, hasta que la guerrilla obliga a su hermano a ser informante. Frente a su negación la guerrilla cobro represalias.
Una tarde cruzo frente a su trabajo la guerrilla y su hermano, amarrado, con un leve gesto en la ceja se despidió, caminó al campamento de la guerrilla del que nunca más regreso. Por su experiencia sabía que no podía huir, la guerrilla la consideraría informante del Ejército. Así que continúo trabajando, evito tener contacto con su hijo por el inminente reclutamiento forzado en la zona, hasta que tuvo que atender a unos miembros del Ejército, momento en el que la guerrilla la acuso de informante, fue interrogada en el campamento y recibió la orden de salir del pueblo en una hora determinada.
Todas estas violencias la empujaron a buscar refugio, a enfrentarse a otras lógicas de opresión, a lo mejor, las mismas violencias, pero con diferentes operadores, con otras fisionomías y otros acentos. A lo mejor ahora mismo no entiendas la mayoría de significados de esta historia, a lo mejor ni yo los entienda, pero quiero que sepas que hay en cada mujer una historia de vida maravillosa, que nos enseña a sobreponernos, a amar la vida – lucha.
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