A pesar de los repudiables actos vandálicos que dejó el paro del pasado jueves en Colombia, no se puede empañar el gran mensaje que dejaron los ríos y ríos de personas en las calles manifestándose de forma pacífica: Colombia está despertando.
(Vea también: ¿Por qué Colombia no despierta?)
Los que (medio) me conocen saben que nunca he estado de acuerdo con las políticas de derecha en Colombia. Desde mi minúscula tribuna siempre he hecho manifiesto mis inconformidades, sobre todo, por las injusticias sociales que aquella ala política representa.
Sin embargo, y a pesar de que jamás le daría un voto a Uribe, ni mucho menos a quien haya dicho Uribe, considero que no sería sano para el país que el actual presidente renunciara, básicamente por dos razones:
La primera es que, afortunadamente, existe algo muy bonito que se llama democracia, que quiere decir que por elección popular subamos a un gobernante por determinado periodo de tiempo, y la minoría (me incluyo) debemos acogernos a lo que la mayoría eligió. En el caso de Colombia, fueron alrededor de diez millones de personas -frente a ocho millones- que eligieron al actual presidente. Nos guste o no, debemos asumirlo, sin tener que, necesariamente, estar en ausencia de críticas y protestas pacíficas, ya que eso también hace parte de la democracia.
La segunda razón es que, generalmente, cuando se interrumpe un gobierno de manera abrupta, se corre el riesgo que el reemplazante sea mucho peor que el anterior. El ejemplo claro lo tiene actualmente Bolivia que, a pesar de tener contextos distintos, a los bolivianos les resultó peor el remedio que la enfermedad. Mi abuelo decía, “es mejor malo conocido que bueno por conocer”, y en ese sentido creo que es mejor que siga el rumbo democrático normal, es decir, terminar este periodo presidencial y para las próximas elecciones votar más a conciencia.
Lo que debe hacer este gobierno es reaccionar frente al despertar ciudadano que inició el pasado 21 de noviembre y frente a un desgobierno que inició casi desde su propio nacimiento. Y, aunque según el presidente Duque ya está escuchando a la gente, inició con el pie izquierdo reuniéndose con los empresarios y comerciantes y no con los líderes del paro, engrosando aún más la suma de errores.
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