El 6 de diciembre del 2000, casado con una chilena, llegó al país el abogado Mijail Bonito. Cuenta que se maravilló con los Kioscos y la diversidad de medios que existían, compraba desde el Mercurio a La Cuarta, pasando por Le Monde Diplomatic y The Clinic. En Chile se sintió bien, ya que encontró la libertad que no pudo tener en Cuba, según afirma, destacando la libertad de acción y expresión de las que pudo gozar.
Como todas las personas que inician un proyecto migratorio la instalación en Santiago fue difícil. Hizo clases, fue vendedor de autos y trabajó en múltiples rubros lejos de su profesión. Cuando logró juntar el dinero suficiente apostó por revalidar su título. Dio un examen infernal, más de 30 materias en la Universidad de Chile, sin embargo el objetivo era claro, se abocó a la tarea y con dedicación lo logró.
Desde la Universidad, en su tierra natal, sabía que su camino era la política. Fue presidente de la Federación de Estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana (1997-98), pero a pesar de provenir de familia oficialista él a temprana edad se hizo opositor al régimen castrista.
Entendió que si no podía hacer política en Cuba lo haría en donde fuera. En Chile se vinculó rápidamente con los opositores al régimen cubano en el exilio. Trabajó junto a Huber Matos, Oswaldo Payá y otros opositores castristas, organizando conferencias alrededor de América Latina y estrechando lazos con políticos locales.
En un primer momento tejió redes en círculos de poder cercanos a la Democracia Cristiana, pero con el pasar de los años se fue ampliando a sectores más derechistas como Renovación Nacional y la UDI.
Fue Felipe Kast quien lo invita a la formación de EVOPOLI y, en ese instante, ve la oportunidad de meterse de lleno en la política partidista para tratar de alcanzar poder. Se había nacionalizado chileno apenas tuvo la oportunidad (2006), por lo que cumplía con los requisitos para asumir en cargos públicos. Así asumió como presidente metropolitano de la colectividad del senador por la Araucanía y realizó un trabajo de hormiga, acompañando a los candidatos a las municipales de 2016, con el objetivo puesto en las parlamentarias 2017 donde sería candidato.
La jugada no resultó como esperaba, ya que si bien fue candidato, el partido decidió priorizar a Sebastián Keitel en su distrito, quedando fuera del parlamento. Sin embargo, la disciplina, sus capacidades y sus redes de contacto le permitieron ser asesor del gobierno. Contó en círculos cercanos que le ofrecieron la jefatura del departamento de Migración y Extranjería, pero él quería autonomía, visibilidad y cercanía al poder. Cuenta que optó por asesorar al subsecretario Ubilla en política migratoria, dejando el timbraje a Álvaro Bellolio.
En su nuevo rol debutó a lo grande. El gobierno de Piñera sabía que migraciones sería un tema comodín para manejar la agenda a su antojo, por lo que había que reforzar el terreno avanzado desde la campaña, era impresindible ordenar la casa. Para ello establecieron un paquete de visas que restringía la migración hacía Chile, dentro de las que se encontraba la “Visa de responsabilidad democrática”, obra y gracia de Mijail. El visado hecho para los venezolanos, con un nombre rimbombante, les permitía viajar a Chile, pero sólo se podía solicitar en los consulados chilenos en Venezuela, en un primer momento. En la práctica fue una forma bonita, que casualidad, de trabar la migración venezolana ya que el trámite era lento, engorroso y poco democrático.
Desde un inicio el asesor del ministro Ubilla dejó fluir el animal político que llevaba dentro, se mostró implacable en la defensa del gobierno y la implementación de la política migratoria y su uso comunicacional. No trepidó, según cuentan, en presionar al extremo a funcionarios consulares de países vecinos a fin de conseguir órdenes de expulsión express y poder convocar a los medios de comunicación en fechas determinadas, para cambiar el foco de la agenda. Sin embargo, otras legaciones diplomáticas hablan de una persona frontal pero honesta y de buen trato.
Fue invitado constante en paneles de conversación de medios de comunicación para exponer la visión de política migratoria del gobierno; mientras que el Jefe del DEM quedó reducido a la parte operacional y técnica, estampar visas.
Representó a nuestro país en foros internacionales, como la firma del pacto migratorio, en la que integró la comitiva que presentó la postura chilena en Marrakech, a pesar de bajarse del pacto antes de su discusión y firma.
Durante el año y medio que lleva asesorando al ministerio de Interior las polémicas tampoco han estado ajenas a su labor. El 20 de agosto de 2019, en entrevista con The Clinic y a propósito de los migrantes venezolanos varados en la frontera, los mismos a los que les impusieron la “Visa de Responsabilidad democrática”, declaraba que migrar no era un derecho humano.
“Lo que se considera como Derecho Humano no es el derecho a la migración, lo que se considera como derecho humano es el derecho a lo que se llama libre movilidad. Pero el derecho a la libre movilidad consiste, todos los derechos tienen un continente, que es el nombre básicamente, y tienen un contenido que es lo que puedes ejercer tú, efectivamente. Lo que sí está comprendido en todos los elementos técnicos y normativos de Naciones Unidas o los pactos o tratados… Desde el año 1948 en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el artículo 13, lo que se señala es que el derecho está en salir de cualquier país y volver al propio, pero en ningún lugar aparece que es obligación de un tercer Estado recibirlo. Entonces, claro cuando tú lo divides…
Lo que se defiende es que uno frente al Estado es absolutamente libre de salir, pero obviamente un Estado en el cual uno no tiene una relación jurídica de ciudadanía o nacionalidad, no está obligado a recibirte”.
Suenan raras sus palabras, más aún conociendo su historia de migrante, pero el poder lo llevo a otra parte.
Su última aparición pública fue esta semana, como representante del gobierno ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en la audiencia donde diversas organizaciones de la sociedad civil denunciaron las graves, masivas y sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos cometidas en el marco de las movilizaciones sociales actuales.
La exposición del gobierno, representado por Hernán Salinas, embajador de Chile en la Organización de Estados Americanos, y Mijail Bonito se refirió al contexto y la situación de “amenaza excepcional que enfrentó Chile, la cual tiene como antesala una serie de evasiones masivas que se fueron incrementando desde el día 14 al día 17, teniendo el día 17 un total de 92 actos de violencia”, de acuerdo a lo expuesto por el asesor. Acreditan 873 personas heridas al 7 de noviembre, y 1.232 carabineros, policías o militares heridos. En la misma línea, Bonito señaló que “el INDH señala que hay más de 1.600 personas civiles heridas o lesionadas a la fecha. Sin embargo, olvidan señalar que quien detenta el uso monopólico de la fuerza legítima, que es Carabineros de Chile y las fuerzas de orden y seguridad del Estado, tienen más de 1.200 personas lesionadas hace cuatro días. (…) Aquí se trata de disturbios una violencia sin paragón, y no solamente de manifestaciones pacíficas”.
La respuesta de la defensora de la niñez fue contundente. “Lo que el Estado ha dicho no es la verdad, los balines de goma se usan en hechos violentos no como reacción, sino que indiscriminadamente contra personas que nada hacen en contra del personal policial. Lamento profundamente que el Estado de mi país se permita sostener ante esta comisión situaciones que no se condicen con la realidad que hoy día niños, niñas y adolescentes están viviendo”.
Tras esta aparición de Mijail todos comenzaron a cuestionarse quién es este cubano que asesora al gobierno. El personaje es complejo, ha llegado a donde está con base al esfuerzo y profesionalismo, pero también contradicciones. Para muestra un botón. En sus redes sociales, de forma pública hasta ayer, compartió un video de una práctica de tiro, en este un amigo le solicita atinarle a un flaite, a lo que Bonito el hombre que representó al gobierno de Chile ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sólo atinó a reír ¿Ironia o indiferencia? No lo sabemos juzguen ustedes:
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