Hace un año mirábamos con escepticismo el paquete de medidas que anunciaba la subsecretaria de interior para, según lo repetido por ellos hasta el cansancio, «ordenar la casa», por medio de una migración segura, ordenada y regular. Visa de Responsabilidad democrática, Visa Humanitaria para Haití, Visa de Oportunidades, Fin a la Visa Temporaria por Motivos Laborales, Fin de las Colas y Regularización extraordinaria fueron alguna de las medidas prometidas.
En la práctica, y como he repetido hasta el cansancio, la migración para este gobierno ha sido un tema que le ha permitido desviar la atención, comunicacionalmente hablando, de lo realmente importante. Porque el discurso del orden genera réditos inmediatos en la opinión pública y los afectados, en el caso de políticas migratorias son residentes de distintas nacionalidades, mayormente no votan y no afectan de forma negativa a la opinión pública.
La regularización fue un proceso que se configuró sobre la marcha, por ende cundió la desinformación, abarcó menos de la mitad de las personas que se proyectó: 150.000 de 300.000 personas esperadas, ha sido mucho más lento de lo prometido y, a un año, falta que muchísima gente pueda obtener sus visas.
El caos en las oficinas del DEM, donde eliminaron las colas de sus dependencias, pero mantienen a la gente por meses tratando de obtener una cita, sumado a un número de funcionarios insuficientes para los compromisos adquiridos, hacen que todo el proceso se vuelva aún más lento. Una encuesta realizada por la Coordinadora Nacional de Inmigrantes señala que el 52% de los usuarios del DEM considera que el servicio es malo o muy malo, mientras el 53,8% considera que el servicio ha empeorado en el último año y solo un 17,9% considera que ha mejorado. Los antecedentes entregados por la organización de migrantes indica que los principales problemas son la demora en los trámites y la obtención de citas.
El sistema de visas instaurado por vía administrativa, así como las expulsiones masivas, funcionan en la misma lógica de todo esto, buscar efectos comunicacionales. Incluso, como se vio hace una semana, burlando medidas cautelares para estas personas en el poder judicial.
Quizás el punto a destacar es la voluntad de legislar y sacar una nueva ley. Estoy en profundo desacuerdo con la política planteada por este gobierno pero, a diferencia de la administración Bachelet, han tenido fuerza y convicción en lo que creen y hoy tienen en discusión en el Senado su idea de una nueva ley de migraciones.
El gobierno de Piñera no dimensiona lo peligroso del discurso utilizado para hablar de migración, por el mero uso mediático. Considerar que migrar es hacer un favor o ser solidario, genera divisiones y ensalza el rencor de los nacionales que sufren día a día las asimetrías de un país que tiene dificultades en ver sus problemas y encontrarse. Esto da pie también para ataques xenófobos, instigación por redes sociales, más una larga lista de etcéteras, es decir, ayuda a sacar lo peor de lo nuestro.
En resumen, la casa se ve ordenada, pero no lo está. Simplemente esconden la basura debajo de la alfombra.
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