La población mapuche en Chile, según datos del último estudio de la Universidad de la Frontera, sostiene un Índice de Desarrollo Humano (IDH) más bajo en comparación de la población no mapuche. Dicho índice abarca dimensiones como Salud, Educación e Ingresos.
La mayor vulnerabilidad se da por género, siendo las mujeres mapuche de zonas rurales donde las diferencias con los hombres y población no mapuche son abismantes, debido al trabajo precarizado (por temporada), baja cobertura en salud y bajos niveles de escolaridad, las mismas mujeres tienen una mala percepción de su propia salud.
Estos datos son un reflejo de la cruda realidad que viven las mujeres mapuche, más aún las mujeres mapuche de zonas rurales, donde la precariedad y el empobrecimiento en la que se ven inmersas se hace evidente al recorrer las comunidades, esos lugares lejanos a los grandes centros turísticos tan conocidos por todos quienes visitan en las vacaciones el sur.
Uno se encuentra con realidades crudas. Este verano conocí la realidad de una adolescente que se ve impedida de seguir estudios secundarios por la lejanía con las principales ciudades, por el obstáculo económico, pagar por una residencia en la ciudad, un fiel reflejo de que aún existe en la actualidad un grave problema de acceso a la educación.
Es por esta realidad de falta de acceso a la educación, que parece tan aberrante el caso del Liceo Técnico de Pailahueque, el cual funcionaba como internado, una maravillosa oportunidad de educación para los jóvenes de esa zona, quienes podían formarse como técnico agrícola, mecánica, forestal y párvulo. Liceo que cerró sus puertas en el año 2014 y fue convertido en cuartel policial.
Y si esta adolescente que conocí este verano decide vivir de la tierra…
Analicemos la lucha de las hortaliceras, que el alcalde de Temuco se encuentra decidido a erradicar. Mujeres que buscan llevar sustento a sus hogares con la herramienta que cuentan, su tierra. Esta antigua práctica que es parte importante del “kume mogen” el “buen vivir”, lo que podríamos denominar nuestra filosofía alimentaria, parte de la cosmovisión de que la alimentación debe ser en base a elementos vegetales o animales cultivados o criados con respeto hacia ellos y su entorno, sólo así estos alimentos nos brindarán fuerza y salud. La buena alimentación tiene una conexión directa con la salud desde la cosmovisión mapuche y también es un elemento social importante. Se conoce que las principales enfermedades de la sociedad actual son enfermedades crónicas no transmisibles, diabetes, hipertensión, obesidad que derivan en problemas cardiacos y riesgo de Accidentes cerebro vascular, enfermedades derivadas de un mal estilo de vida, de nuestra falta de “kume mogen” “buen vivir” y que por ende son totalmente prevenibles.
Es así como surge la pregunta, considerando las altas cifras de desempleo y trabajo precarizado y la falta de acceso a la salud… ¿por qué no potenciar esta practica ancestral en vez de tratar de erradicarla?
No nos estamos entendiendo, han pasado los años, el choque cultural sigue vigente, podríamos potenciarnos, pero siempre se quiere imponer y restringir.
Y si esta adolescente que conocí en el verano se indigna y se empodera… Se abre una oportunidad, una esperanza desde las mujeres mapuche.
Y volvemos a los estudios…
En el año 2014 se realizó un estudio contrastando las realidades de las mujeres mapuche vs las no mapuches, las mujeres mapuche presentaron altos niveles de participación en organizaciones, dirigencias, política y social. Para mi ha sido muy grato encontrarme con estas mujeres mapuche que desde sus comunidades urbanas o rurales, llámese asociación, comunidad o cualquier organización de la sociedad civil, tienen la iniciativa , la convicción y el coraje de mejorar la situación propia y de sus comunidades, buscan desarrollo y crear los cambios que tanto necesitamos.
La mujer mapuche siempre ha sido parte importante de la sociedad mapuche, la guardiana de los saberes ancestrales, la salud, el conocimiento en plantas medicinales, la que brinda el “kume mogen” a su comunidad, la que a través de sus técnicas de tejido, orfebrería, cerámica, el canto o cualquiera de las prácticas ancestrales ha sido capaz de transmitir identidad, valores e historia.
La realidad actual de la mujer mapuche es adversa, es refrescante observar la resiliencia para hacer frente a estas adversidades, las mujeres mapuche están dispuestas a liderar y guiar los cambios que tanto necesitamos hacia mejorar nuestras condiciones y la de toda la comunidad.
Deja una respuesta
Usted debe ser conectado para publicar un comentario.