A diferencia de anteriores años, las fiestas patrias chilenas del año actual dejaron ver que el país está, si no en un proceso de cambio cultural, en vías hacia dicha metamorfosis. A modo personal, viví dos situaciones en lo cotidiano que me permitieron detenerme a pensar en dos conceptos que se escuchan como sinónimos, pero que difieren entre sí, en discursos de distintos actores de la sociedad civil y de la clase política: Multiculturalidad e Interculturalidad.
Si bien podría pensarse que ambos conceptos buscan explicar lo mismo, difieren en tanto que, a groso modo, la multiculturalidad dice relación con la co-existencia, bajo códigos pacíficos o violentos, de las diferentes personas y culturas que constituyen una determinada sociedad. Por su parte, la interculturalidad, se trata de un proceso avanzado y plausible, en tanto que su cualidad radica en que dicha convivencia se rige por códigos de respeto e igualdad entre las diferentes culturas que conforman una sociedad, entendiendo, bajo el paradigma de la sociología y antropología, la cultura como los modos de vivir de un determinado grupo social, en el que se hacen presentes aspectos de tradiciones, creencias, espiritualidad, sistema de valores, como también el arte y objetos de uso cotidiano.
Volviendo a las dos situaciones en que me vi inserto, ambas discurrían en el plano de la educación, específicamente en las llamadas “fiestas de la chilenidad”. Y sucedió que escuché a alguien que preguntó el por qué habían niñas y niños, que en estas fechas, bailaban tango, siendo que es un baile argentino. El hecho me hizo pensar, sin más, en lo que en distintos lugares, universidades e instancias afines, se ha venido discutiendo hace tiempo: el proceso migratorio.
La segunda situación me fue transmitida por algún medio de comunicación televisivo, en donde el título del noticiario decía algo más o menos así: “niño haitiano es campeón de cueca en su establecimiento educacional”. El hecho me hizo volver a cuestionarme sobre el proceso de migración que se viene desarrollando en Chile durante los últimos años, que según los datos del Departamento de Extranjería y Migración del Min. Del Interior y Seguridad Pública, la población migratoria, entre 2014 y 2017, aumentó de las y los cuatrocientos mil extranjeras y extranjeros a estar por sobre el millón, destacándose la población peruana, colombiana, venezolana, boliviana y haitiana.
En las cavilaciones que fui teniendo durante la semana de fiestas patrias, volvía continuamente sobre el tema, llegando a conversar sobre los conceptos tratados anteriormente con gente cercana, y tuve y tengo aún la duda sobre el proceso que está viviendo la sociedad, porque si bien lo que escuché y vi es plausible, en tanto demuestra que la chilenidad es un proceso de constante cambio cultural, hay, en paralelo, sucesos de discriminación racial, económica, política para con las y los migrantes. Ante esto, las tareas que tenemos en debe son dos: en el plano discursivo hacer la diferencia entre multiculturalidad e interculturalidad, buscando desarrollar el segundo; y, la segunda tarea, como señala Estermann (2014)[1], es transitar desde lo personal, el encuentro y diálogo entre culturas, a los planos social, económico y político.
[1] ESTERMANN, Josef (2014) Colonialidad, descolonización e interculturalidad. Apuntes desde la Filosofía Intercultural. Polis Revista de la Universidad Bolivariana, vol. 13, núm. 38. Pp. 347-368. Universidad de Los Lagos. Santiago de Chile. En: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=30531773016
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