
La campaña en contra de migrantes haitianos en las redes sociales con noticias falsas que han sido compartidas más de 1 millón de veces, la molestia de los vecinos que reclaman por presencia de hijos de migrantes en los Jardines Infantiles (niños que incluso nacidos en Chile), las declaraciones de políticos y famosos nacionales que rechazan esta migración de negros, son hechos que hicieron sospechar que vendrían momentos difíciles para la comunidad haitiana en Chile.
El domingo 8 de abril el presidente de la República firmó el proyecto ley de migración junto con diversos decretos administrativos que, según él, esto permitirá poner orden en materia migratoria. Visa consular para ciudadanos haitianos, visa humanitaria para reunificación familiar de los ciudadanos haitianos, son sólo algunas de las medidas que protagonizan esta jornada y que sorprenden a muchos chilenos.
Muchos actores de la sociedad civil condenan la discriminación que se identifica en estas medidas, dado que la visa consular de turista que exigen a los haitianos tiene una vigencia de solo 30 días y con ninguna posibilidad de permanecer en el país, mientras que se aplica la visa consular también a alguna otra nacionalidad con una vigencia de 90 días y con la posibilidad de transformarla a una residencia. Cabe recordar que estas medidas contra los compatriotas haitianos surgen ante la sensación de que los ciudadanos haitianos somos muchos, sin considerar que ocupamos el quinto lugar entre las colonias residentes en Chile.
Estas situaciones también nos causan dolores, no es lindo sentirse discriminados pero sabemos que no hay mucho que hacer con la gente discriminadora, no podemos pedir que la gente no sea racista cuando lo ha sido por toda una vida, no podemos pedir que tratar bien a las personas sea natural, cuando la gente ha sido educada para hacer lo contrario.
¿Será un acto humanitario facilitar la reunificación familiar y limitarla para variar?
No señor, la reunificación familiar es un derecho y es inhumano que digas que solo una cantidad de personas tendrá la posibilidad de beneficiarse anualmente la reunificación familiar. Ejemplifiquemos a ver si entiendo las condiciones de la visa humanitaria: “Yo soy ciudadano haitiano, residente en Chile y tengo dos hijos de 6 y 8 años en Haití que no veo hace 4 años. La mamá (mi señora) logró entrar a Chile antes del 8 de abril con la intención de preparar una buena acogida para los niños. Estando preparados, hacemos los trámites para la reunificación familiar, pero no pueden ingresar porque se agotaron los cupos anuales que establece el decreto humanitariamente. Nos quedamos en la lista de espera, a pesar de que los meses que quedan son una eternidad para nosotros porque extrañamos mucho a los niños y podemos sentir por teléfono que sufren la ausencia de la mamá. Y el otro año, de nuevo vuelvo a quedar en lista de espera por la cantidad de familias que buscan esta visa humanitaria. Pues, no sé si me es fácil entender lo humanitario que hay en una visa que pone barrera entre mis niños y yo”.
Nos sorprende que la inhumanidad de la gente sea tan natural para hacerle sentir que esté realizando un acto humanitario, siendo que están pasando sobre el derecho de los niños/as, y también sorprende que un grupo de profesionales que idealizan este decreto, estén dispuestos a cometer un error de contexto, mostrando así, lo soberbios que son.
Es muy peligroso que haya tanta soberbia entre las autoridades de un país, porque transmite a la ciudadanía que los migrantes son personas que vienen a gozar de los derechos sociales del país sin aportar nada. De la soberbia sale el discurso de que son superiores, que hacen favores a unos inferiores con una visa de reunificación familiar y, que esta visa, tiene que tener nombre de “visa humanitaria” porque son unos pobres que no tienen este derecho y a quienes les estamos haciendo un favor. Es peligroso hacer entender que el migrante significa un gasto para el país y omitir que estos migrantes son un gran aporte para el país, pagando sus impuestos igual que cualquier ciudadano, que aportan significativamente al PIB del país, que son explotados por las empresas nacionales que también contribuyan al crecimiento del país, que las multas y los pagos para tramitar sus documentos son superiores al monto que gasta el Estado en los migrantes, y hay que decir también que, cuando alguien evade al impuesto del país, también se queda con la plata de estos migrantes que dan su sangre en estos trabajos que esclavizan, los que realizan sus actividades económicas cotidianas y los que mueren trabajando en malas condiciones.
Es común que los países que se consideran más avanzados o aquellos que tienen hambre de potencializarse internacionalmente, cooperan en la desestabilización de los países más débiles para después liderar o participar en la supuesta estabilización y reconstrucción de este país. Es cierto que Haití nunca fue una copia feliz del Edén ni un paraíso para sus habitantes, pero también conocimos nuestro momento de gloria: Desde la perla de las Antillas, mejor lugar del Caribe para estudiar, exportación de técnicos e intelectuales para ayudar a nuestros hermanos africanos. Nunca fue un país donde sus jóvenes tuvieron que emigrar de manera obligada. Es un proceso que empezó a partir del golpe de estado de 2004, por lo que nos sorprende que el ex presidente Ricardo Lagos no se pronuncie frente a las atrocidades, discriminaciones y racismo que sufren los haitianos en Chile y más aun cuando somos discriminados por las propias autoridades.
Podemos entender que Chile hubiera pensado diferente, si las autoridades pudieran predecir que 14 años después, los haitianos iban a ser rechazados por este pueblo y este rechazo iba a obligar al estado tomar decisiones discriminatorias por miedo de perder popularidad. O capaz que las autoridades de la época pensaban que sería imposible que existiera algún gobierno racista 14 años después. Lo que sí sabemos es que el ex presidente Ricardo Lagos debiera pronunciarse frente al sufrimiento de los haitianos en Chile y por último recordarle al ex presidente que contrario a su declaración del año 2004, el presidente de Haití nunca renunció, sino que sufrió un golpe de estado.