Casa Columnas Haitianos: La historia que los ha de respetar

Haitianos: La historia que los ha de respetar

Haitianos: La historia que los ha de respetar

Quienes manejan los hilos del poder, se sostienen en la hegemonía que domina invisiblemente la forma de observar la vida, la forma de apreciar lo bueno o lo bello; lo que vale respeto o lo digno.

Es así como, en ésta libertad elaborada por la historia eurocentrista, nos olvidamos o simplemente no conocemos la historia de nuestro propio continente, de nuestra Latinoamérica, de nuestra condición digna de ser mestizos, morenos, mulatos, negros, afrodescendientes, de sangre pura indígena, de amerindios. Pues, en el “desarrollo” de la historia mundial, América Latina queda descartada (Dussel, 1994).

Quizás es importante no olvidar que el país donde vivimos está inserto en un continente que compartimos, con parecidas costumbres e historia.

En razón de dignidad e historia, bien vale el respeto que merecen las personas y familias migrantes de la antes llamada isla de Saint-Domingue, antigua colonia francesa, conocida hoy (producto de su independencia) como Haití.

Haití es la primera colonia de Latinoamérica en independizarse (1804). Además, la guerra no fue sólo contra los franceses, sino también contra españoles e ingleses. Tampoco fue voluntad independentista de la aristocracia local o de los blancos esclavistas. El incentivo valórico por encontrar la libertad fue de los propios esclavos, de los oprimidos, de esos afrodescendientes, de esos valientes negros latinoamericanos. Se perdieron muchas batallas, su máximo líder de la primera libertad – Toussaint Louverture – murió en una cárcel de Francia. Sin embargo, la lucha continuó, los esclavos libertarios no pretendían dejarse volver a encadenar, hasta qué, en diciembre de 1803, el ejercito de Napoleón Bonaparte capituló, y Haití se inscribía en la historia universal como la primera república de raza negra y esclava, independiente y libre (Alí, 2005).

Para muchos es extraño ver personas de piel oscura –más que la nuestra- por las calles. Incluso, y positivamente para las relaciones humanas y sociales, ya lo fue, ya dejó de ser extraño. Entonces, es tiempo de abrir nuestras voluntades al paso y crecimiento de la interculturalidad.

Debemos tomar ese ejemplo de lucha, para liberarnos de quienes nos dominan invisiblemente en la forma de cómo observamos la vida, en la forma de cómo apreciamos lo bueno o lo bello; lo que vale respeto, o lo digno.

El respeto de un pueblo es ganado con sacrificio y valentía. Entonces, con la razón de la historia, el pueblo de Haití ya lo tiene ganado.

Bibliografía.

Alí, O. (2005). Abolicionismo en América: Hacia un Estudio Comparativo de Historia Mundial. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 18.

Dussel, E. (1994). 1492 El encubrimiento del otro. La Paz: Plural Editores.

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