En abril, se cumplió el plazo que tenía el Estado peruano para informar a la ONU sobre las recomendaciones de respeto a los Derechos Humanos de los migrantes residentes en Perú. En el mes de marzo se promulgó el Decreto Ley 1350, una nueva legislación de migraciones que atendía algunas de esas recomendaciones, pero como generalmente suele suceder, en la práctica aún no se implementa o se aplica de manera amañada. Sin embargo, pocos días después el gobierno, a través de su Ministro del Interior y las acciones tomadas por este y la Superintendencia Nacional de Migraciones a su cargo, ha destapado una política de xenofobia selectiva, dando incluso “cuotas” de futuros expulsados del país.
Autor: Inés Agresott
En una misma semana se produjo la arbitraria expulsión del Perú de dos cineastas, uno estadounidense y la otra canadiense, que participaban en un cine foro de presentación de su documental que denuncia la destrucción del medio ambiente y abuso contra la población por parte de la minera canadiense Hudbay, en un pueblo de Cusco. Mientras tanto, y al parecer con el apoyo del Congreso, además de los principales medios de comunicación, dos escritores argentinos de ultraderecha y de la corriente de no te metas con mis hijos, se pasearon por todo Lima, dictando conferencias y promocionando su libros sin que nadie los moleste, ni se les limite su libertad de expresión como si sucedió con los primeros.
Otra muestra de ese doble rasero es la apertura y flexibilización migratoria para todos los venezolanos que toquen suelo peruano así como a los extranjeros con dinero, dispuestos a invertir. Al mismo tiempo, los haitianos son expulsados y repelidos como apestosos, pese a provenir de un país en una situación tan o más grave que Venezuela. Igual sucede con miles de mujeres extranjeras, parejas, esposas y madres de peruanos que han sufrido y sufren de violencia familiar, a quienes se les exigen cuantos requisitos pueden, incluyendo salarios en UITs (valor de referencia que se utiliza en el Perú para determinar impuestos, infracciones, multas u otro aspecto tributario que las leyes del país establezcan, cada UIT es un poco más de 1300 dólares) para poder obtener la residencia, y ni que se diga si se trata de nacionalizarse. En ese caso todavía la mujer necesita la carta aval del marido, porque en Perú el arraigo no lo dan los hijos peruanos, solo lo da la relación conyugal.
El circo mediático y expulsión de jóvenes extranjeros de la farándula por temas de pago de impuestos o no haber acreditado correctamente la residencia, al mismo tiempo que grandes empresas transnacionales siguen en faltas con sus tributos y tienen deudas multimillonarias con el Estado, todo esto avalado por los diferentes gobiernos en turno. Resulta además grotesco que se haga todo un escándalo por supuestamente no casarte en la jurisdicción donde vives, pero nadie se molesta cuando los poderosos y protegidos ponen sus acciones legales en provincias que no tienen nada que ver con el lugar de residencia o trabajo.
Para masificar esta campaña selectiva se cuestiona los matrimonios de algunas de estas chicas con compañeros de sus programas. Matrimonios de los que debemos dudar porque dicen que su motivación solo sería buscar la residencia en el país, y mismo policías gringos los tabloides chicha parecen que se hubiesen metido en la cama de los protagonistas, poniendo en duda la veracidad de su relación, y pidiendo a gritos la anulación y expulsión de la extranjera como si se tratara de un asunto de orgullo patrio.
Es muy común encontrar en varios canales de televisión noticias de extranjeros de todas la nacionalidades que delinquen o protagonizan un incidente en el Perú, al mismo tiempo que la campaña Marca Perú, dice que es el país que más crece y con mayor futuro económico proyectado en toda Latinoamérica, y por eso se encuentran al borde de una invasión de extranjeros pobres y delincuentes.
Pero lo que esos mismos canales no pueden ocultar, aunque les desagrade, es que la mayor parte de los hechos delincuenciales corresponden a los nacionales, como sucede en todas partes del mundo, y que a pesar de toda la bulla, los casos de extranjeros que infringen la ley en el Perú no llegan ni al 5%. Y en temas como feminicidios o violaciones, los responsables son exclusivamente peruanos.
En medio de toda esta campaña de creciente xenofobia, muchas mujeres extranjeras siguen siendo a diario víctimas de violencia familiar, maltratos de sus parejas peruanas y le arrebatan a sus hijos, pero no tendrán mayor repercusión mediática porque no son conocidas, y es más, como sucede con las mujeres violadas y abusadas en este país, seguramente les echarán la culpa para seguir estigmatizándolas.
Mujeres y madres migrantes que nos encontramos en un país que ocupa el tercer lugar en el mundo en temas de violencia sexual. Cada una de nosotras, golpeadas, violadas, al mismo tiempo que perseguidas y hostilizadas por un Estado insensible, seguramente nos lo merecemos para una gran mayoría xenófoba alentada por los medios, porque debemos ser iguales a las chicas de farándula en nuestra vida migratoria, justificando la violencia y el desamparo contra nosotras y nuestros hijos. Lo más lamentable es que muy pocos podrán dilucidar la verdad, de la mentira.
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