La pregunta me la hago de manera constante al escuchar y leer que los chilenos son xenófobos, clasistas y racistas, como si el tema fuera exclusivo de determinada nacionalidad.
Como sabemos, Chile tiene un mínimo porcentaje de población inmigrante (cerca de un 2.5), personas que vienen, en su mayoría, de los países de la región; sin embargo, esto ha generado cierto rechazo por un sector de la población nacional, basado por una serie de mitos que involucran este fenómeno. Aun así, este país continúa siendo un país más de emigrantes, que de inmigrantes, ya que por cada persona que llega, dos están por fuera.
El caso de Colombia es similar: a través de la historia, son muchos más los colombianos que salen (cerca de 5 millones alrededor del mundo), mientras que la población extranjera en el país es menor al 1%, en parte por las políticas de puertas cerradas y basándose, como Chile, en la seguridad nacional.
Pero volviendo a la pregunta inicial, ¿cómo seriamos los colombianos si esto cambiara…, si viviéramos una ola migratoria, como la que hoy tiene Chile? ¿Seríamos acusados de racismo y xenofobia? Lamentablemente me inclino a un rotundo sí.
Paradójicamente, a pesar que Colombia tiene un alto porcentaje de población de raza negra, no se ha podido erradicar el racismo en la sociedad. Eso nadie lo puede negar. Aún sigo escuchando las mismas frases que cuando era niño, como por ejemplo: “Negro ni el teléfono”.
En cuanto a las nacionalidades, como lo he dicho en otras oportunidades, los colombianos sólo recibimos bien al turista o al empresario. De resto, seguimos mirando por encima del hombro al peruano, al boliviano o al ecuatoriano, incluso desde la distancia. Es vergonzoso que, por ejemplo, en redes sociales se compartan memes ofensivos contra ciudadanos de estas nacionalidades en la previa de un partido de fútbol.
Sobre mi teoría, le pregunté al sociólogo de la Universidad de Wisconsin, abogado y periodista, Alfredo del Río, y esto me contestó:
“Podría depender de la experiencia y apertura que tengan los países en su historia. No todas las sociedades reaccionarían igual, porque en el caso de Chile, estamos geográficamente aislados, lo que lo hace un país cerrado (…). Por ejemplo, en la zona donde viven los paisas, en Colombia, donde hay una cultura muy marcada, ahí no ha entrado mucha gente que no sean colombianos, y si de un momento a otro le inyectan 5 mil personas de otras nacionalidades, se volverían locos. La nacionalidad no tiene nada que ver, porque si a ti te inculcan un nacionalismo chovinista, la actitud frente a la inmigración va a ser negativa”.
Mi opinión es que no hay que combatir el cáncer de la xenofobia con más xenofobia, con nacionalismos chovinistas; hay que enfrentarla siendo conscientes que es una enfermedad inmersa en el ser humano, de acuerdo a su contexto y lo que le han inculcado como sociedad. Paremos de anteponer nacionalidades en los comportamientos negativos humanos, y mejor preocupémonos por mejorar dichos comportamientos.
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