Y no me refiero al trato que le damos a los turistas, a ellos se les trata más que bien. Tampoco me refiero a los extranjeros dueños o gerentes de multinacionales que han inmigrado al país, a ellos se les trata mejor aún. Me refiero a los inmigrantes cubanos, africanos u orientales que tienen en sus corazones el “sueño americano”..
Con los cerca de 5 millones de colombianos que estamos alrededor del mundo, siempre es un gran tema el cómo nos tratan en el exterior; siempre hacemos campañas para que recibamos un trato digno y sin estigmatizarnos, independiente del estado regular migratorio en que nos encontremos. Sin embargo en Colombia tampoco lo hacemos, tampoco brindamos ese trato digno a los inmigrantes; sólo vemos la paja en el ojo ajeno. Es un tema del que nadie habla, porque pareciera no importar.
Son pocos los medios de comunicación que muestran cómo se trata en Colombia al inmigrante que usa al país como puente para llegar a los Estados Unidos. Debo confesar que me resultó desgarradora la crónica de Revista Semana que refleja el dolor que viven estos viajeros. Ese dolor no es tan ajeno como pareciera. Sin embargo resulta curioso que lo ignoremos tanto, cuando es el mismo dolor que muchos coterráneos sienten cuando han tenido que emigrar, quizá con las mismas necesidades de estos foráneos.
Pareciera que los más de 2.000 extranjeros que el año pasado fueron sorprendidos en Colombia deambulando en condiciones precarias y casi muriéndose de hambre, no fueran suficientes para que se creen organismos que les brinden apoyo mínimo y humanitario. Tampoco son suficientes las violaciones a las mujeres y asesinatos por parte de agrupaciones al margen de la ley, así como abusos de algunos policías, para que las autoridades y el gobierno tomen cartas en el asunto.
Si bien Colombia ha sido un país más de emigrantes que de inmigrantes, ya es hora que se creen nuevas políticas que vayan acorde a una realidad mundial. Históricamente el país le ha dado poca promoción a la inmigración con políticas cerradas y poco humanitarias. Ya es hora de visibilizar más este fenómeno y tomarlo como un tema serio, sobre todo si nos desgarramos tanto las vestiduras cuando se habla de violación a los derechos humanos. Ya es hora que el país trate a los inmigrantes, como quisiera que trataran a los colombianos por fuera. Colombia no está dando buen ejemplo.
Lea: El infierno perdido de los migrantes de Revista Semana.
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