Quienes como migrantes en Chile defendemos los derechos de nuestras comunidades frente a una legislación de época de dictadura, en un contexto internacional de desaceleración económica, sabemos lo difícil que es lograr el reconocimiento de algunos derechos fundamentales, puntualmente, y más aun si se trata de una Ley Marco de Migraciones conforme a los estándares internacionales que Chile reconoce, ha ratificado y no ha internalizado.
Autor: Eduardo Cardoza
No somos ingenuos ni inocentes, nos damos cuenta donde caminamos, pero nos impulsan las situaciones límites que injustamente vive a diario nuestra gente, con sus derechos denegados, pese a tantos esfuerzos de tanta gente chilena y migrante para que ello no ocurra.
Hubo épocas en que l@s grandes legislador@s y políticos se medían por su capacidad de visualizar el horizonte mas allá de los ciclos electorales en los cuales deberían postular y promovían legislaciones que se avanzaban en derechos a los tiempos, constituyéndose en pioneros imborrables de la historia democrática de Chile.
Los cargos políticos, los de elección popular y los nombrados por designación presidencial u otros, son espacios para trabajar por el bien común de todo el país, para hacer más grande a Chile y hacer su gente más feliz.
No son espacios para hacer “carrera” y recursos son para hacer grande al país y servir a su gente.
Son esas cosas las que dignifican la política, la hacen creible y necesaria.
Quienes piensan y actúan con esos valores éticos contribuyen y contribuyeron a lo mejor que Chile le aportó al mundo.
Hoy pareciera que los ciclos electorales, ciertas ideas de marketing político, algún falso concepto de oportunismo que se suma a una constitución legado de un pasado dictatorial, todos esos elementos juntos han hecho que el centro de la actividad política parlamentaria y de partidos políticos de diverso signo sea trabajar para perpetuarse en los cargos, con la misma cantidad de bancas, o influencia, y colectar votos fácilmente en una suerte de seguidismo a las encuestas de opinión, entendiendo a éstas como parámetro único de validación.
Porque hablamos de esto. Simplemente porque el retraso legislativo en el tema migratorio, como en otras materias, tiene que ver con esa falta de visión trascendente que ocurre con l@s legislador@s y los partidos, que actúan reactivamente, buscando coleccionar votos cuando ocurre algo grave, más que legislar mirando un horizonte al cual desean pleno de esplendor.
Ciertamente, en periodo de crisis, con ciertos estereotipos “negativos” sobre la migración trabajados por alguna prensa que no es inocente, sumado a los niveles de incertidumbre que surgen en todos los hogares ante un futuro que no se prevé claramente, hacen que el tema de la NUEVA LEY MIOGRATORIA no sea rentable electoralmente en lo inmediato, y por ello peligre porque son sólo unos 150.000 votantes de la comunidad migrante y podrían perderse otros.
Debemos decirlo con fuerza, hay una cantidad importante de actores políticos en el ejecutivo, parlamento y en diversos ámbitos que con entereza moral y valentía intelectual señalan convencidos que hay que legislar no solo para adecuarse la situación actual sino para proyectarse con normas migratorias para los próximos 20 años conforme a estándares internacionales de derechos humanos, poniendo al país de cara al futuro sin pretender ocultar realidades que se vuelven críticas. Esa puede ser una posición inteligente de resultados insospechados y muy positivos para un país integrado.
Como movimiento apelamos a esas reservas morales históricas de Chile, al ejemplo de legisladores que lo hicieron grande porque aun incomprendidos en ciertos momentos construyeron los instrumentos jurídicos que hicieron en este país la grandeza democrática que lo destacó en el contexto latinoamericano y mundial.
Hay vientos reformadores que teniendo en cuenta aspiraciones ciudadanas también debieran proyectarse hacia un horizonte lejano y esplendoroso. Pero vemos como ante las reformas surgen quienes quisieran sepultarlas buscándoles los peores “peros”.intentando sembrar en la población la mayor cantidad de dudas y de inseguridad con epítetos bastante estudiados.
Estamos ante una disyuntiva, en medio del descrédito de la política y los políticos (lo cual no nos alegra), que nos preocupa porque cuando los “no políticos” tomaron los asuntos públicos ya vimos lo que pasó y en el mejor de los casos encarcelaron las voluntades transformadoras de la gente y lo que pasó en el peor de los casos son las heridas que aun no cierran y seguramente no cerrarán nunca como lo muestra la historia de la humanidad.
Quizás, caminando hacia lo esencial, la confianza en la política y los políticos renazca desde lo existente, lo conservado y evidencie que quienes han demostrado claridad de principios, cercanía con la gente, lejanía al marketing mentiroso y solo mediático, valores claros y consecuencia, coherencia y manos limpias constituyen parte de la reserva moral que recordando esos precursores de la historia contribuirán a hacer grande a Chile y obtendrán la recompensa electoral que dignamente ostentarán no como botín sino como reconocimiento, como legitimación.
En ellos, en esa reserva moral de Chile creemos no solo para las reformas y la nueva constitución tan necesarias sino también para una Nueva Ley migratoria que respetando los derechos de tod@s y de l@s chilen@s en el exterior ponga a Chile en el siglo XXI de la legislaciones migratorias en Latinoamérica y el mundo.
No nos resignamos, seguimos creyendo en la necesidad de nueva legislación migratoria conforme a los derechos fundamentales para tod@s.
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