Abraham llegó a Chile después del terremoto del 1 de diciembre de 1928, con apenas 18 años. Venía de Palestina, territorio bajo protectorado británico. No hablaba español, era musulmán y su primera imagen fue Valparaíso y buena parte de Chile siniestrado por el movimiento telúrico.
Tenía dos hermanos en Chile, mucho mayores, a quienes en su vida había visto. En la época, al no contar con las facilidades tecnológicas de hoy en día, Abraham pidió ayuda, supongo que se hizo entender de alguna forma, para llegar a San Carlos, ciudad desde donde remitían las cartas sus hermanos.
A pesar de las dificultades logró encontrarlos y con su ayuda se asentó en la provincia de Cauquenes, abriendo un negocio de telas (algo muy común para la época). El negoció prosperó, a pesar de las barreras del idioma y la discriminación que vivieron los árabes en ese entonces.
Abraham formó familia y se fue sintiendo cada vez más chileno. Participó activamente en el club Social de su ciudad, se interesó por el rodeo, cultivó amistades, vio crecer a sus hijos y partió rodeado de nietos.
Nunca olvidó su tierra y sus costumbres, a pesar de no heredarlas a su entorno. Pese a esto último, la memoria es mágica y varios de sus nietos salieron a reconstruir esos fragmentos.
Sin quererlo, 83 años después de su arribo, nació Revista Sur, medio de comunicación cuya única intención es ponerse al servicio de los miles de migrantes que viven y hacen familia en Chile.
En cuatro años hemos conocido diversas historias. Desde nuestra precariedad hemos tratado de ayudar a varias familias y personas, pero por sobre todo hemos conocido a gente maravillosa, que hacen que todo valga la pena.
Falta mucho para ser un país de acogida. Falta una legislación acorde, salud, educación inclusiva y varias cosas más. Pero poco a poco los objetivos se alcanzas y, en conjunto, construimos una sociedad más humana que nos pertenezca a todos.
En el día del migrante quiero saludar a Angélica, Martha, Tatiana, Rodolfo, Odiel, Idenilso, Abraham, Bartolomé, Sara, Álvaro, Raúl, Yamile, Delia, Rosa, Mario, Wilson y miles de migrantes que aportan generosidad y entrega todos los días a una sociedad que no siempre los saluda con la mejor cara, pero que gracias a ellos, a quienes vinieron antes que ellos y a los que vendrán, se yergue como una sociedad de tod@s.
Felicidades a todos los migrantes y sus familias en su día.
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