Casa Entrevistas «Me gustaría leer que Chile se ha convertido en el país más acogedor y hospitalario»: Mario Lorenzo

«Me gustaría leer que Chile se ha convertido en el país más acogedor y hospitalario»: Mario Lorenzo

«Me gustaría leer que Chile se ha convertido en el país más acogedor y hospitalario»: Mario Lorenzo

Álvaro Álvarez, periodista y director de ChileAjeno, nos hace llegar la entrevista que pudo realizarle a Mario Lorenzo Quintanilla, quien fuera voluntario español de Ciudadano Global en el área de comunicaciones y fuerte colaborador de ChileAjeno y Revista Sur.

Por Álvaro Álvarez

Él cree que la transformación del mundo en que vivimos no será posible si cada uno de nosotros no comienza su propio proceso de transformación. Con esa máxima, y consciente de que es un trotamundos “que se ha dado cuenta que sufre del síndrome del eterno viajero”, el publicita y periodista español Mario Lorenzo Quintanilla se ha despedido de Chile.

A Mario le conocimos como voluntario de Ciudadano Global, en Santiago, donde se desempeñó como Encargado de Comunicaciones de esta institución que se preocupa de la inserción de los migrantes en la sociedad chilena. Durante un año fue aquí voluntario Internacional del Voluntariado Internacional Pedro Arrupe, de la ONG española Entreculturas.

Pasado el año y cumplido el compromiso, Quintanilla se despidió de sus amigos, de sus compañeros de trabajo y de los inmigrantes para, después de una vuelta por Sudamérica, volver a casa donde, seguramente, ya estará proyectando un próximo destino.

Quisimos agradecer a Mario su desvelo por los extranjeros en Chile, su tiempo y su dedicación; la pasión que le puso a su trabajo en el “nuevo mundo” y le pedimos contestar algunas preguntas para ChileAjeno, este proyecto del que sin dudas siempre será parte importante.

“Me he dado cuenta de que todos estamos muy condicionados por los prejuicios, mitos y estereotipos instalados en nosotros por la sociedad y que necesitamos frenarlos cuando aparecen y darnos la oportunidad de conocer a cada persona”.

¿Cuándo fue y bajo qué circunstancias que llegó a Chile? 

Llegué a Chile el 21 de enero de 2013. El motivo por el que vine fue para desarrollar un voluntariado internacional de un año de duración en la Fundación Ciudadano Global (Servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados). Este voluntariado es posible gracias al programa VOLPA (Voluntariado Internacional Pedro Arrupe) de la ONG española Entreculturas, que se inicia con un proceso de formación de nueves meses, donde, sobre todo, se trabajan las motivaciones personales para ser voluntario muy lejos de tu hogar y de tu círculo de confort.

¿Por qué decide realizar su voluntariado en Chile y, específicamente, en Ciudadano Global? 

Como voluntario internacional de Entreculturas, la decisión del lugar donde va a desarrollar su voluntariado no corresponde totalmente al voluntario. Durante el proceso de formación (nueve meses) el voluntario, aparte de realizar un test psicotécnico, tiene un acompañante que profundiza en el conocimiento del candidato y sigue su evolución. Una vez que la ONG decide que el candidato está realmente preparado para el voluntariado, le asigna el destino idóneo en base, no sólo a su perfil profesional, sino también personal. Eso fue lo que me llevo a Ciudadano Global, en base a mi perfil como comunicador y a mis preferencias por realizar un voluntariado en un entorno urbano.

He de decir que, antes de viajar a Chile, no conocía demasiado del país. Después de un año, aunque todavía me queda mucho por conocer, me voy con la satisfacción de, si alguien me pregunta, poder, al menos, contar detalles del país que me ha acogido por más de doce meses.

“… si no hubiese tenido la oportunidad de trabajar en Ciudadano Global, tendría una visión sesgada de cómo recibe Chile al “inmigrante”. Precisamente esa diferencia nominal –“extranjero” vs. “inmigrante”- ya marca un abismo en la visión del chileno y en el trato consecuente a las personas, dependiendo de si están bajo la categoría de “extranjeros” (europeos y estadounidenses principalmente) o “inmigrantes” (peruanos, bolivianos, colombianos, dominicanos, haitianos, etc.)”.

¿Qué experiencias se lleva de Chile y Ciudadano Global? 

A nivel profesional es la primera vez que trabajo en el ámbito de la migración y, desde luego, además de todo lo que he aprendido sobre migración y refugio, he comprobado que queda mucho camino por andar para que el mundo entienda que las fronteras son una invención del ser humano y, como tal, no deben condicionar y menos limitar el derecho a la movilidad humana.

Tanto de Chile como de Ciudadano Global me llevo grandes experiencias que han gestado una importante transformación personal y, sobre todo, me llevo el convencimiento de que cada persona que se cruza en tu camino tiene algo que aportarte para tu crecimiento.

Me he dado cuenta de que todos estamos muy condicionados por los prejuicios, mitos y estereotipos instalados en nosotros por la sociedad y que necesitamos frenarlos cuando aparecen y darnos la oportunidad de conocer a cada persona.

Son muchos los amigos y amigas que me llevo de Chile, de diferente origen, índole y condición. Estoy convencido de que muchos de ellos van a seguir caminando a mi lado esté donde esté y pase el tiempo que pase.

Después de este año de transformación personal, he conseguido aprender a desestructurarme a mí mismo (partiendo del hecho de que me considero una persona muy estructurada y a la que le gusta tener todo planificado y controlado para evitar la ansiedad) y a bailar al ritmo que marca la vida, aceptando más y frustrándome menos. Esto me está permitiendo vivir más en paz.

El voluntariado lo convirtió en un “inmigrante transitorio”, ¿cómo describiría su experiencia personal como migrante? 

Debo confesar que por mi condición de español me he sentido marginado positivamente, es decir, ser un “extranjero” español me ha abierto puertas.

Todavía recuerdo aquella vez por el mes de abril de 2013, a las puertas del Teatro Caupolicán, cuando un hombre chileno, Nicolás, por el simple hecho de ser español decidió regalarme una entrada para el Concierto de Ana Belén y Víctor Manuel. Y no una entrada cualquiera, sino una entrada en el Palco Principal.

Sin embargo, si no hubiese tenido la oportunidad de trabajar en Ciudadano Global, tendría una visión sesgada de cómo recibe Chile al “inmigrante”. Precisamente esa diferencia nominal –“extranjero” vs. “inmigrante”- ya marca un abismo en la visión del chileno y en el trato consecuente a las personas, dependiendo de si están bajo la categoría de “extranjeros” (europeos y estadounidenses principalmente) o “inmigrantes” (peruanos, bolivianos, colombianos, dominicanos, haitianos, etc.).

De todos los momentos que le tocó vivir en Ciudadano Global en el tema de la inmigración, ¿cuáles son los que más recuerda? 

Sin lugar a dudas, los intensos momentos vividos de la mano del Grupo Cárcel. Este grupo, integrado por un reducido grupo de voluntarios y voluntarias, acompaña semanalmente a mujeres migrantes privadas de libertad. Inicialmente el acompañamiento se hacía en el Patio 2 (patio de las imputadas) del Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín. Desde octubre del año pasado, con el traslado de las mujeres imputadas al Centro Penitenciario de San Miguel, el Grupo también se trasladó con ellas.

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Mario junto a las reas del Grupo Penitenciario

Jamás en mi vida voy a olvidar a Dalvaní, Sofía, la Tía Albina, la Tía Rosa, Nancy, Segunda, Rosanna, Sara, Francisca, Deisy y otras muchas “chiquillas”. Además de ayudarme a derribar todos los prejuicios que tenía asociados al concepto “cárcel” y a los “delincuentes” que las habitan, de su mano he adquirido muchos aprendizajes sobre la vida. Ha sido, en toda regla, un acompañamiento mutuo. Nunca dejará de sorprenderme, por ejemplo, la templanza y el sosiego con el que Segunda, que nunca debió estar en la cárcel, afrontó los dos meses que pasó encarcelada. Su actitud ante la vida, incluso en situaciones de extrema adversidad, es de admirar y debe servir de ejemplo. De hecho, durante mi viaje de mochilero posterior al voluntariado, tuve el privilegio de encontrarme con Segunda en su hogar, en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), y sentir todo su cariño.

No sólo son momentos que nunca voy a olvidar, sino que me han transformado como persona.

¿Qué cosas o proyectos hubiera querido concretar en favor de los migrantes y no pudo realizar en un año?

En el último número del boletín mensual “Ciudadano Global EN CONEXIÓN” incluimos una sección titulada “Vidas que cruzan fronteras”. Por medio de entrevistas en profundidad, la idea era preparar reportajes que mostrasen de cerca la vida y la realidad de diferentes hombres y mujeres migrantes con los que día a día trabaja Ciudadano Global. Sin duda, me hubiese gustado haber empezado a hacer este tipo de reportajes y entrevistas mucho antes. Creo firmemente que acercar la vida de los migrantes a los chilenos y las chilenas, mostrar que son personas normales con sueños, anhelos y emociones es una buena forma de ayudar a quitarnos el miedo que tenemos a lo diferente, a lo desconocido y que lo afrontamos protegiéndonos de la mano de prejuicios, mitos y estereotipos.

A nivel personal, conocer y relacionarme con Fernando y Carmencita, un matrimonio de colombianos que fueron los primeros protagonistas de “Vidas que cruzan fronteras”, fue tremendamente enriquecedor.

También me hubiese gustado ahondar en la forma en que los medios de comunicación chilenos abordan el tema de la migración. Creo que, teniendo en cuenta la realidad migratoria que vive Chile, se precisa con cierta urgencia trabajar en códigos deontológicos y de buenas prácticas para que los medios no sigan perpetuando mitos y estereotipos asociados a la población migrante que se instalan en la sociedad y generan actitudes xenófobas y racistas.

Cuando vuelva a España, ¿cuál es la noticia que le gustaría leer de Chile relacionada con la inmigración? 

Aunque suene utópico, me gustaría leer que Chile se ha convertido en el país más acogedor y hospitalario del mundo para con los y las personas migrantes. Me gustaría tener la seguridad de que todas las personas que llegan a Chile, independientemente de su nacionalidad, raza o color de piel, experimenten la dulce acogida que yo he vivido de manos de muchos chilenos y chilenas. Obviamente, ya que soy consciente de que esto resulta un sueño más que una posibilidad en el corto-medio plazo, me bastaría con leer que Chile cuenta con una nueva Ley de migración que reemplace a la actual de 1975. Sin duda éste sería el paso inicial hacia una cultura de la acogida y la hospitalidad en Chile.

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