Se dice que el sistema de inmigración en Estados Unidos (EE.UU.) está roto. Y tanto Republicanos como Demócratas están de acuerdo en ello.
La política migratoria en el país del norte está definida por un conjunto de leyes que no ha sido actualizado de manera coherente desde 1986. El sistema actual está asociado con una población de 11 millones de personas sin documentos, con demoras de hasta diez años para obtener una visa, con 477 muertos en la frontera entre EE.UU. y México en 2012 y con un gasto de 17,9 mil millones de dólares en 2012, para mantener un sistema que no satisface a nadie. El problema ha llamado la atención de la opinión pública, los medios de comunicación y hasta de los políticos. Actualmente el Congreso de EE.UU. está considerando una revisión profunda a la ley migratoria.
El impulso de la actual reforma encuentra su origen en las elecciones de 2012, cuando el Presidente Barak Obama venció al candidato republicano Mitt Romney. El candidato demócrata logró una aplastante victoria en 2012 en el mundo latino, con un 71% de los votos, así como en las colonias asiáticas, donde obtuvo un 73% de los votos. En 2012, el segmento de votantes “no-blancos” fue de un 28%, por sobre el 26% de las elecciones de 2008 y con un fuerte aumento en votantes latinos. Las estimaciones demográficas estiman que las poblaciones de latinos y asiáticos serían el doble en 2050, mientras las otras categorías étnicas se mantendrían estables. Para los políticos, en particular los republicanos, esta tendencia representa un desafío enorme. La derrota de Mitt Romney en 2012 demostró que el partido republicano tiene poca resonancia dentro del “voto minoritario”, en tiempos en que esta parte del electorado está en ascendencia. Parte del problema, según algunos analistas dentro del partido republicano, es la dura posición del partido con respecto al tema de inmigración.
El partido republicano, a nivel nacional y estadual, está estrechamente vinculado con leyes y políticas altamente restrictivas y anti-inmigrante. Por ejemplo, el estado de Arizona, bajo el mando republicano, ha establecido varias leyes con el fin de expulsar a los “ilegales.” En un estado limítrofe con México, “ilegal” es un eufemismo para latino. Una situación similar se repite en otros estados bajo el control republicano como Alabama, Georgia, Indiana, Carolina del Sur y Utah. A nivel nacional, el liderazgo republicano teme que la asociación de su partido con un rechazo de inmigrantes les cueste los votos de latinos y asiáticos. Su derrota en las elecciones presidenciales en 2012 confirma este miedo.
Al otro lado del espectro político, los demócratas mantienen una relación esquizofrénica con los inmigrantes. En 2012, la administración del Presidente Obama declaró que iba a utilizar su discreción ejecutiva para inmunizar algunos inmigrantes ante la amenaza de la deportación. El programa, conocido como “Acción Diferida para los Llegados en la Infancia” ofrece un permiso de trabajo válido por dos años para algunos jóvenes quienes estén estudiando o se graduaron de segundo medio. Hasta la fecha, más de medio millón de postulaciones han sido recibidas y 350 mil han sido aprobados.
Mientras el Presidente Obama es percibido como un amigo de la causa inmigrante, su administración ha llevado a cabo la oleada de deportación más grande en la historia del país. En 2012, más de 400 mil personas fueron deportadas desde EE.UU. Según la política oficial, sólo los inmigrantes condenados por crímenes están sujetos a deportación, sin embargo, estudios destacan que la realidad es otra. El Presidente Obama defiende su administración indicando que están sólo ejecutando las leyes del país, y mientras el partido republicano continúa su asociación con políticas y discursos fuertemente anti-inmigrante y xenofóbico, los demócratas no tendrían que hacer mucho más para atraer el apoyo político de las minorías asociadas con inmigración. Debido a esta realidad, se puede ver la reforma actual como una iniciativa republicana de auto-preservación. Sin embargo, hay muchos miembros del partido que no están de acuerdo.
Es importante hacer notar que entre 2005 y 2010 la inmigración neta desde México a los EE.UU. cayó hasta cero, o tal vez menos. Esto significa que menos personas llegaron a los EE.UU. de las que salieron. Los analistas atribuyen este fuerte cambio en el flujo migratorio a varios factores. La recesión que estalló en 2008 y la contracción económica de EE.UU. destacan como factores principales. Se estima que el endurecimiento de la frontera con la subida del costo y riesgo concomitante para potenciales migrantes es un factor importante. Además, cabe mencionar el crecimiento económico de México y los cambios demográficos que han impactado el flujo migratorio. Según el Banco Mundial, entre 2008 y 2012 el PIB de México creció un 3,9%, mientras el crecimiento en los EE.UU. durante el mismo período fue de sólo un 2,2%.La tasa de fecundidad en México se está desplomando y en 2011 la cifra fue de 2,28 nacimientos por mujer. En 2020, la tasa esperada caería por debajo de los 2; menor que la tasa de reemplazamiento y menor que la tasa de fecundidad en EE.UU. Tal vez con menos personas y menos pobreza, la presión de migrar hacia al norte disminuiría en el futuro.
La Reforma Migratoria- ¿Algo Nuevo o Fracaso Repetido?
La reforma migratoria ha sido un tema de fracaso legislativo desde la gran reforma de Ronald Reagan en 1986. Esta reforma regularizó tres millones de personas, pero hoy es utilizada como un ejemplo cautelar por los oponentes de la reforma actual. La legislación de 1986 no logró su meta de penalizar a aquellas empresas que contrataron personas sin permiso para trabajar. Desde entonces, la inmigración no-documentada siguió y aumentó, razón por la que la población estimada de personas no-documentadas actual en el país es alrededor de 11 millones.
En 1996, durante una oleada de sentimiento anti-inmigrante, una reforma incremental endureció la frontera y dificultó el asilo. En 2000, una iniciativa del Presidente Clinton para regularizar centenares de miles de personas fue bloqueada por republicanos en el Congreso. En 2005 y 2007, el Presidente Bush intentó crear un programa para “trabajadores visitantes” y así dar una opción legal a los trabajadores sin documentos trabajando en agricultura y otras industrias temporales. Ambas iniciativas fueron suprimidas por vociferantes elementos del partido republicano repicando la campana de la xenofobia. Hoy en día, este cisma dentro del partido republicano está en el centro del debate.
En junio de 2013, el Senado de los EE.UU. aprobó la propuesta de ley S 744 con un voto de 68 contra 32, reuniendo a todos los demócratas con 14 republicanos. S 744 representa una reforma comprensiva del sistema migratoria del país. En ella hay tres elementos claves: 1) un aumento significativo en la seguridad de la frontera entre EEUU y México en conjunto con un sistema de verificación de permiso de trabajo para todos las empleadoras del país, 2) un sendero hacia la ciudadanía de 13 años para personas sin documentos presentes desde Diciembre 31, 2011, y 3) un nuevo programa para trabajadores visitantes no-calificados y un aumento importante en el número de visas de trabajo calificado.
El endurecimiento de la frontera implica un aumento drástico en el gasto en tecnología y personas desplegadas en la frontera sur. El número de guardias de la frontera se duplicaría hasta 40 mil y más de 350 millas de muro serían construidas. Esta militarización de la frontera es un intento de ofrecer cobertura política a los republicanos de distritos altamente anti-inmigrante mientras se consigue su voto por el paquete completo. El corazón de la propuesta de ley es la regularización potencial de 11 millones de personas viviendo en las sombras de la sociedad y la economía. Para los xenófobos, la palabra “amnistía” es un garabato, mientras otros republicanos están escépticos que la regularización y ciudadanía eventual de millones de personas (la gran mayoría latinos) significaría una entrega enorme de votantes demócratas. Atrasar los pasos hacía la ciudadanía hasta 13 años representa un compromiso para dar a los republicanos tiempo de adaptar su discurso y amortiguar el potencial aumento del electorado demócrata. Las últimas provisiones pretenden mejorar la gran falta de la reforma de 1986, y ofrecer vías legales para las personas que quieran trabajar en EE.UU. Estas provisiones reconocen que la economía de EE.UU. necesita trabajadores extranjeros y la causa principal de la inmigración “ilegal” es la falta de vías legales para facilitar movimientos inevitables.
La propuesta del Senado es un compromiso clásico y nadie está completamente contento con sus provisiones. Sin embargo, sus proponentes afirman que el cambio es un imperativo y los costos en términos de compromiso son necesarios. Este sentido de urgencia no está reflejado en la Cámara de Representantes donde hay que aprobar la propuesta del Senado antes de ser despachada al Presidente para su firma y ratificación. Para los patrocinantes de la reforma migratoria, la Cámara de Representantes es su esperanza y verdugo a la vez.
Mientras el Senado está bajo el control demócrata, la Cámara de Representantes está bajo el control de republicano. Al momento de escribir este artículo, el líder de la Cámara de Representantes afirmaba que no haría avanzar la propuesta del Senado sin una “mayoría de la mayoría” o dicho de otro modo, sin una mayoría de republicanos en la Cámara. Desde el 27 de junio, cuando la S 744 fue aprobada por el Senado, la Cámara de Representantes no ha hecho nada con la legislación. En vez de considerar la propuesta comprensiva, los comités de la Cámara han enviado cinco propuestas fragmentadas para su consideración a la Cámara plenaria. Ninguna de estas propuestas se dirige a la regularización de las 11 millones de personas sin documentos. La táctica de los republicanos en la Cámara es dejar la reforma morir lentamente en una agonía de atrasos y abandono en los próximos meses. Está táctica ha funcionado con la legislación para controlar las armas tras un tiroteo que acabó con la vida de veinte niños en Newton, Connecticut en diciembre de 2012.
La motivación de los republicanos en la Cámara de Representantes proviene de un creciente cisma dentro del partido. En 2009, el ala ultra-conservadora y libertaria del partido se plasmó en el vociferante Movimiento del Partido del Té (Tea Party Movementen inglés). Los candidatos afiliados con el movimiento ganaron escaños en el Senado y particularmente en la Cámara de Representantes. De los 435 miembros de la Cámara, 49 se identifica con el movimiento. Un pilar central del movimiento es el rechazo del gobierno federal de EE.UU. y la promoción de los derechos de los gobiernos de los estados. Esta ideología ayuda a entender por qué la Cámara de Representantes no está tan preocupada con el cambio demográfico-electoral como el Senado.
Los miembros de la Cámara de Representantes representan distritos relativamente pequeños en función de la población de un área geográfica, mientras hay sólo dos senadores por cada estado, independiente de su población. Los miembros de la Cámara, especialmente los del Partido del Té, reaccionan más a estímulos locales en sus distritos que al escenario nacional.
En primera instancia, la Cámara de Representantes no es un trampolín a la presidencia en contraste con el Senado. La última vez que un miembro activo de la Cámara fue electo presidente fue en 1880. Por lo cual, el incentivo político de los miembros es mantenerse en el poder y/o preparar su máquinas políticas para puestos de más prestigio. Debido a la estructura suelta de los partidos políticos en EE.UU., el fracaso del partido frente al escenario nacional es de importancia secundaria por los republicanos en la Cámara de Representantes; los problemas del partido en el escenario nacional en cinco o diez años, menos aún.
La segunda explicación a la reticencia en la Cámara de Representantes proviene de décadas de manipular las circunscripciones electorales. Este proceso resulta en distritos con contorsiones geográficas explícitamente creadas para asegurar una mayoría determinada de votantes, sea demócrata o republicana. En términos de los republicanos en la Cámara, especialmente aquellos del Partido del Té, el resultado es un electorado altamente blanco y conservador. Por motivos xenofóbicos y/o racistas los votantes de algunos distritos rechazan cualquier forma de regularización y creen que la solución al problema de 11 millones de indocumentados sería su deportación en masa. Tal “solución” no es factible, sin embargo, todos los miembros de la Cámara de Representantes enfrentarán una elección en 2014 y los miembros de estos distritos tienen miedo de perder su escaño ante sus adversarios declarando que ellos entregaron amnistía a los “ilegales.”
El resultado de estas políticas locales y cortoplacistas es una Cámara que teme a la acción y estaría contenta de dejar pasar la iniciativa de reformar el sistema migratorio sin su voto y a la vez denunciar el sistema actual como el fracaso que es. El futuro de la iniciativa migratoria actual es incierto. Los republicanos del Senado están ejerciendo su influencia y parece que el presidente va a aumentar su presión, mientras los intereses corporativos están canalizando fondos para espolear la Cámara. Sin embargo, a menos que un liderazgo político brote en medio de los republicanos de la Cámara de Representantes, la S 744 nunca será ley. Sin embargo, la marcha inevitable de la demografía del país y la creciente participación de latinos y asiáticos en las elecciones insinúa que los intentos futuros tendrían más éxito. Por el momento no queda más para los 11 millones de personas sin documentos que esperar y “atarse los machos” para la siguiente ronda.