Con más del 56% de los votos, Rafael Correa consiguió reelegirse como Presidente de Ecuador por cuatro años más. El triunfo no fue sorpresa para nadie, las únicas dudas estaban en la holgura del resultado y la posibilidad de que la oposición creciera en el parlamento. Pero la victoria fue cómoda para el Presidente y la Alianza PAIS mantuvo su amplia mayoría en el parlamento, alcanzando 91 de 137 escaños.
Autor: Jorge Rizik
En Santiago de Chile la fiesta democrática del pueblo Ecuatoriano se vivió alegremente y con una masiva participación de los electores. De los cerca de 18 mil ecuatorianos que residen en el país, 3.300 están inscritos en el padrón, de ellos 1.579 concurrieron a las urnas (el voto es voluntario en el extranjero) ubicadas en el Liceo José Victorino Lastarria.
De acuerdo con los datos entregados por la Embajada de Ecuador, los resultados también favorecieron a Rafael Correa, aunque no entregaron cifras.
Los votos fueron escaneados y enviados inmediatamente al Consejo Nacional Electoral de Ecuador, mientras las urnas con los votos físicos fueron despachadas hoy.
Correa: Pasado, presente y futuro
«Estamos ahí para servirlos a ustedes, nada para nosotros. Recibimos con toda firmeza cuatro años más de revolución, muchas gracias a todos ustedes», fueron sus primeras palabras desde el balcón del Palacio de Carondelet, en el centro de Quito, tras conocerse los resultados.
Pero, ¿cuáles son las razones del amplio triunfo de Correa? Primero, hay que recordar el momento de su irrupción. En Ecuador, hasta antes del 2006 existía un vacío político y una crisis institucional, provocada por largos y fatigosos años de infructuosos ajustes económicos. Lo hizo con una propuesta de refundación, de un cambio radical. Durante este periodo el país andino llegó a tener 8 Presidentes en 10 años.
Segundo, su personalidad y forma de gobernar. A lo largo de su gestión, Correa ha sido un líder cercano al pueblo ecuatoriano, que gobierna de cara a la ciudadanía, sin dejarse amedrentar por lo poderes fácticos. Utiliza un lenguaje directo e irreverente, que muchas veces genera polémicas, pero frontal y honesto.
El analista político y profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Ecuador, Felipe Burbano, lo define como “un liderazgo fuertemente personalizado, con elementos carismáticos, que mantiene viva la ilusión del cambio; y una estrategia populista de legitimación del liderazgo personalizado que consiste en armar el campo político como una lucha de los ciudadanos contra las estructuras de poder”.
Tercero, su gestión. En sus seis años como líder del país sudamericano, el jefe de Estado aceleró el crecimiento económico del país con programas de asistencia directa que han sacado a miles de ecuatorianos de la pobreza y un elevado gasto público en carreteras, hospitales y escuelas.
¿Qué es lo que viene? Es un hecho que Rafael Correa gobernará hasta 2017, lo que implica una década al frente del poder, con amplia mayoría en el parlamento.
En este nuevo periodo deberá sostener una economía con alto gasto fiscal, dependiente del precio del petróleo, pero con buenas expectativas macroeconómicas en el mediano plazo. El Presidente sin dudas buscará acortar la brecha social incrementando la carga tributaria a la clase alta y las grandes empresas e intentará reducir la tendencia consumista de la población.
Quizás, lo más difícil será no tentarse con posturas intolerantes y autoritarias con una oposición que sale muy debilitada de este proceso eleccionario.
Para los próximos cuatro años, será un desafió dar transparencia a la gestión, lo que significa combatir la corrupción dentro del gobierno y sostener la estabilidad general del país.
El resumen de lo que viene para Ecuador lo entregó Rafael Correa poco después de que se ratificara su triunfo: “O cambiamos ahora el país o no lo cambiamos nunca”.
Así se vivió la fiesta en Santiago, en el Liceo José Victorino Lastarria
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