Autor: Mariano Alvarez
Hay temas donde no es fácil ser argentino, particularmente patagónico y especialmente madrynense en el extranjero. Malvinas es uno de ellos (sino el principal), la mayoría de la gente que te encontrás fuera del país toma el tema un poco en solfa, no de irrespetuosos, más bien solo por el hecho de desconocer los detalles históricos que dan entorno a la cuestión de Malvinas y la carga que eso tiene para un madrynense. Por supuesto que uno entiende cuando, desde el desconocimiento, te dicen “¿pero cuándo fueron argentinas las islas?”, o “¿qué les pasó con las Falkland?”. También es cierto que, aunque sea la primera vez que te lo dice esa persona, puede que sea la enésima que te lo preguntan y uno empieza a perder un poco la paciencia. Por eso es importante respirar 700 veces y entender que quién pregunta realmente no sabe y, probablemente, no lo hace con mala intención. Creo, que es igual de cierto entonces, que esas personas debiesen tratar de ilustrarse un poco sobre la cuestión y para ello es este brevísimo resumen de la mirada de Malvinas desde un madrynense.
SI, Argentina heredó y ejerció derechos legítimos sobre las islas: la historia de Malvinas es larga y hay muchos artículos al respecto, pero lo que normalmente la gente piensa es que las islas estaban ahí abandonadas y que los ingleses llegaron a ocuparlas. Esto es incorrecto. Argentina ejercía sus derechos (heredados de España) desde 1820, cuando se envió una fragata a tomar posesión y reafirmar los derechos. De la misma forma, en 1823 se encargó a Luís María Vernet la administración de las islas y en 1829 se creó la Comandancia de las Malvinas, argentinos vivían en las islas y ejercían derechos sobre tierra y mar. El 3 de enero de 1833, la fragata de guerra británica HMS Clio expulsó a los argentinos de las islas y tomó posesión de éstas, Argentina nunca ha dejado de protestar frente a dicho ultraje. El “referéndum” al que hace mención el gobierno británico, sobre la “autodeterminación” del pueblo de Malvinas, no se sostiene debido a que no existe población autóctona de las islas: los argentinos fueron expulsados y reemplazados por población del Commonwealth, preguntarle a los ingleses si quieren ser ingleses, no es autodeterminación. No existen argumentos jurídicos internacionalmente válidos para el reclamo de derechos de Reino Unido, ésto ha sido claramente reconocido por la Comunidad Internacional y tácitamente reconocido por la negativa británica a la negociación y al arbitraje en una corte internacional: la ocupación (en tanto que sea con protesta del otro país) no da derechos, la autodererminación no es válida si el pueblo no es autóctono y el descubrimiento nunca se ha podido comprobar (para ninguno de los dos).
NO, no estamos felices con la Guerra de Malvinas: primero porque no es la forma de solucionar conflictos, existen otras vías, más lentas y tediosas, pero también más civilizadas y sensatas; la guerra es la última ratio, no la excusa para ganar popularidad y lo más probable es que si no fuese por esa guerra, Argentina ya tendría cierta o toda la soberanía sobre las islas, que desde los sesenta representaban más una carga que un beneficio para Gran Bretaña. En segundo lugar: esa guerra en particular se cobró la vida de muchas personas, en su mayoría mal preparadas y mal equipadas, enviadas por una dirigencia militar mediocre, hedonista e impulsiva. Es decir: no nos enorgullece haber ido a la guerra, pero no por ello nos burlamos de quienes allí murieron, defendiendo lo que por derecho es nuestro.
NO, Malvinas no es un tema para esconder otros problemas: entiendo la confusión, debido a que en la prensa internacional, las reacciones del Gobierno Argentino respecto de la cuestión de Malvinas siempre parecen coincidir con etapas de conflicto en la país, pero ésto no implica que los argentinos nos olvidemos del tema los restantes días: lo tenemos muy presente, especialmente aquellos que nos sentimos de una forma u otra vinculados al conflicto. Mi situación como madrynense y como miembro en particular de mi familia, hacen que para mi el tema sea particularmente espinoso. Terminada la Guerra, el buque británico Canberra, supuestamente abatido por la aviación argentina, entró recién pintado al puerto de mi ciudad, cual estandarte de victoria, a dejarnos prisioneros de guerra. Para la gente de Madryn (una ciudad de 20.000 habitantes en esa época) fue un momento trágico, la guerra se había vivido y hecho sentir con sobre vuelos y miedo y ahora había que mirar al Canberra desde la costa. Yo no había nacido en esa fecha, pero sí lo había hecho para el 10 de septiembre de 1984, cuando la gente de Madryn tuvo su oportunidad de reaccionar.
El Madrynazo: en septiembre de 1984 se realizaba el ejercicio naval UNITAS, entre la armada de los Estados Unidos y países signatarios del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), los buques norteamericanos contaban con la autorización del Gobierno Nacional para reabastecerse en Puerto Madryn: ¡los buques del país que apoyó a los británicos, venían a hacer ejercicios del tratado que no se cumplió, reabasteciéndose en Madryn! La gente marchó desde la plaza principal del pueblo, organizada en la Comisión Multisectorial y con el aval del Consejo Deliberante (órgano legislativo de la ciudad). Mis padres estuvieron ahí, mi padre estuvo en la organización y en comunicarle a Nación que el amarre de la flota norteamericana no iba a se permitido… ¡y no lo fue! Un pueblo chico que unido se hizo grande, tan grande como para decirle que no a los Estados Unidos. Esta es una de las cosas que más me enorgullece de la ciudad donde crecí y de la familia que me educó y por eso a veces me cuesta tanto ser paciente cuando me vienen con los chistecitos sobre Malvinas. Existe muchísima información sobre Malvinas, es bueno leerla (con criterio), informarse y preguntar, pero por favor: con respeto.
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