Una visión, una realidad, una migrante
Dentro del variado espectro de puntos de vista que existen para analizar los costos, ventajas y desventajas, y finalmente, el día a día de los estudiantes latinoamericanos que cursan estudios de post grado y pregrado en Chile, la comunidad boliviana tiene algunas características que, tal vez, sean compartidas por el resto de las comunidades.
Por: Fátima Velarde
“Considero que la educación en Chile es de mejor nivel que en Bolivia, hay más ambiente de estudio, las universidades son más exigentes y de mejor nivel académico. Aparte un estudiante graduado en Chile tiene más oportunidades que un estudiante graduado en Bolivia”. Son las palabras de Ariane Nostas, estudiante boliviana, que al igual que cientos de jóvenes abandonan su país para profesionalizarse en Chile.
Llenos de esperanzas y motivados por ser los mejores profesionales en su área, cada año alrededor de doscientos estudiantes bolivianos se establecen en el país vecino, en busca de una educación de calidad. Para estos jóvenes, ingresar a la universidad significa acostumbrarse a nuevos amigos, vivienda, medios de transportes, horarios y comidas.
El costo del cambio de país es alto. Los padres corren con todos los gastos de su educación superior en el extranjero. La visa, el primer requisito que deben tener para estudiar en Chile, no les permite obtener ingresos provenientes de un puesto de trabajo. Incluso recibir dinero por ser ayudante de un ramo está prohibido por la ley chilena.
El gasto implica vivienda, transporte, comida y el arancel de la universidad, sin contar los gastos extras que suele tener cualquier estudiante, tales como fotocopias, idas al cine, salir por las noches o paseos los fines de semana.
Becas y prestigio
En Santiago, la gran mayoría de bolivianos estudia en la Universidad Gabriela Mistral. La institución otorga becas de un 25, 50 y hasta 100% a los estudiantes destacados, lo que alivia en gran medida los costos. Mientras que los que estudian en Viña del Mar asisten a la Universidad Adolfo Ibáñez por su prestigio en la carrera de Ingeniería Comercial. Otro pequeño grupo estudia en la Universidad Diego Portales, Universidad Católica, Universidad de los Andes, o en la Universidad de Chile.
En su mayoría asisten a universidades que están ubicadas cerca de sus hogares, por lo que pueden ahorrar en transporte. Sin embargo, cuando van al cine o a un restaurante lo hacen en micro o metro. Son pocos los que tienen un auto para movilizarse.
¿Dónde viven?
Los bolivianos que estudian en Santiago viven en departamentos en la comuna de Providencia, mientras que los que asisten a universidades de Viña del Mar se alojan en las Torres del Pacífico. Los jóvenes se organizan en grupos de dos, tres e, incluso, cuatro amigos para compartir los gastos de la vivienda.
Cada semestre contratan una nana, que una o dos veces por semana les asea el departamento, acomoda los dormitorios y les plancha la ropa. En algunos casos, incluso les deja comida preparada para la semana. Durante su ausencia ellos se encargan de ordenar su cuarto, lavar su ropa y, en caso de que no les cocine, hacer su comida.
El esfuerzo se recompensa
El dinero es enviado a través de giros bancarios. Los padres depositan en Bolivia en dólares y los jóvenes retiran desde un cajero automático en pesos. Cada vez que realizan esta operación el cajero les cobra 2500 pesos de impuestos.
Considerando que el salario mínimo en Chile es tres veces mayor que el boliviano y tener a los jóvenes estudiantes en el extranjero es extremadamente caro, los padres confiesan que todo el esfuerzo vale la pena. Los estudiantes reciben una buena formación, por lo que se declaran admiradores de la educación chilena.
¿Quedarse o volver?
Pese a que muchos se sienten a gusto son varios los que permanecen en Chile sólo el tiempo que dura la carrera, aunque otros tienen planeado alargar su estadía en la capital. Es el caso de Alejandro Suárez, estudiante de Ingeniera Comercial, quien planea quedarse uno o dos años para trabajar y ganar experiencia. Por otro lado, algunos se enamoran y deciden formar su familia en Chile. Según ellos, encontrar “el amor de su vida” en otro país, no estaba en sus planes.
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