Casa Opinión Editorial Editorial – Febrero 2012

Editorial – Febrero 2012

Una invitación a la integración

Cuando comenzó el nuevo siglo en medio de alabanzas y deseos de un mundo mejor, una palabra comenzó poco a poco a sernos familiar: globalización.

El devenir del ser humano en las últimas décadas ha acelerado un proceso cuyo nacimiento se pierde en la inmensidad del tiempo. Cada vez más, las nuevas tecnologías acortan las distancias y permiten un intercambio mayor y mejor de bienes y servicios. ¿El resultado? Mejoras en la calidad de vida, acceso a novedosos y útiles conocimientos, interacción con otros seres humanos, intercambio de experiencias, crecimiento económico y una mayor inserción del país en la gran carretera del mundo.

Sin embargo, la globalización no ha sido sólo un proceso con resultados benignos. Detrás de su cara más amable se esconde una menos glamorosa, más incómoda y que, a ratos, preferimos ignorar. Ahí está la creciente distancia entre países ricos y pobres, la ampliación de las brechas en un mismo país y una misma ciudad, la pauperización de las condiciones laborales, la insoportable dictadura del mercado por sobre cualquier otro precepto, idea o filosofía de vida y, para culminar, la contradictora visión sobre el desplazamiento de los seres humanos.

En efecto, una de las principales consecuencias de estos procesos económicos y sociales son las nuevas migraciones, las que, lejos de amainar, sólo están comenzando. En medio de la euforia por el fluido intercambio de productos, ideas, dinero, servicios, experiencias y más dinero, resulta incomprensible e insólito poner el grito en el cielo por los trasvasijes humanos que hemos presenciado y que, como anteriormente dijimos, creemos que están sólo en su preámbulo. Nos parece que la reacción de dirigentes políticos, económicos, sociales y del público en general sobre este tema merece una mayor atención, debido a la ignorancia existente, a los temores muchas veces infundados que demuestran y a las nuevas oportunidades que nos abren estas novedosas experiencias.

En Chile, no son pocas las voces que se han alzado a favor y en contra ante quienes han elegido a Chile como nuevo hogar, dejando atrás familias, amigos, barrios, culturas y recuerdos. Y frente al reverencial respeto mostrado hacia personas con rasgos caucásicos, resulta chocante ver el desprecio, desconfianza y, a veces, odio hacia personas cuyo único pecado es ser peruanos, bolivianos o ecuatorianos. Al mismo tiempo, apreciamos con preocupación como muchas veces estos migrantes no pueden encontrar su espacio en nuestro país, y se enfrentan a un día a día incierto y desesperado. ¿Qué esconden estos procesos? ¿Cuál es el origen de estas contradicciones? ¿Cómo podemos abordar estos fenómenos?

En el centro de estas preocupaciones surge Revista Sur, un medio de comunicación cuyo norte es abordar las vicisitudes del mundo migrante, pero sin dejar de lado el contexto en el que se desenvuelven: una sociedad chilena en evolución, en proceso constante de transformación, con sus virtudes y defectos.

Nos hemos propuesto involucrar en este proyecto a todas las comunidades migrantes de América Latina desde el río Grande a la Tierra del Fuego, sumergiéndonos en sus asuntos más graves y urgentes, sin dejar de lado sus vivencias y experiencias más cotidianas como comunidades. De ahí nuestro interés por temas como educación, salud, economía, política, cultura, deportes, gastronomía y turismo, que nos permitirán hacernos un cuadro amplio, claro, complejo y completo sobre el devenir de estos migrantes, pero sin dejar de lado la realidad chilena en la que estos hechos suceden.

No nos interesa caer en la superficialidad de algunos medios que presentan a los extranjeros sólo de manera parcial, cayendo muchas veces en la caricatura y el lugar común, utilizando términos altamente despectivos como “ilegales”, centrándose en pocos temas como las drogas y que terminan por crear sujetos con una fisonomía arbitraria, la que cae fácilmente a merced de discursos racistas y xenófobos. Tampoco es nuestra idea presentar la realidad migrante en términos paternalistas, que los muestran como eternas víctimas sin remedio de una realidad a la que ellos son incapaces de enfrentar. Sólo tenemos la convicción de adentrarnos en su mundo, mostrarlos, exponer sus demandas y problemas, analizar su realidad sin olvidar que estas se desenvuelven en una sociedad con sus propias dinámicas llamada Chile.

Abrimos este espacio esperando la mejor de las acogidas y confiando en ser un aporte al país y a las comunidades migrantes en este desafío colosal que es la necesaria, útil y humana integración.